Juan Carlos I de España

Ya ha pagado

Pero aquí estamos ante una legión de españoles convertidos en jueces sumarísimos e inmisericordes dispuestos a condenar con total severidad a alguien que no ha sido condenado, ni siquiera investigado

Carlos Espinosa de los Monteros

Para los que creemos que la convivencia pasa por el respeto de todos a la ley, la presunción de inocencia y la capacidad de perdonar, resulta muy lamentable presenciar el linchamiento público, con una contumaz colaboración de políticos y periodistas, de la figura del Rey Juan Carlos.

Tras un breve reconocimiento, con ocasión del cuarenta aniversario del golpe de estado del 23 de febrero de 1981, del papel esencial que tuvo Juan Carlos I para salvar a la joven monarquía que él mismo había traído a España años antes, se ha desenterrado de nuevo el hacha de guerra y ha comenzado una nueva fase de desatinos, mentiras y faltas de respeto al mejor Rey que tuvo nunca España.

Ahora se trata, de nuevo, de hacer leña del árbol caído y olvidando el precepto bíblico de que “el que esté libre de culpa que tire la primera piedra”, hemos asistido a una carrera desaforada por ver quién es más hostil exigiendo que la justicia debe ser igual para todos y que “si la ha hecho pues que la pague”.

Pero es que el Rey ya ha pagado por sus errores. ¡Y sin haber sido juzgado por tribunal alguno, y sin siquiera haber sido investigado por nada, se le considera culpable!

Ha pagado dejando lo más valioso, la Corona, y con la abdicación, totalmente voluntaria, ha renunciado a todos sus privilegios.

Ha pagado sometiéndose a la humillación de pedir perdón en público por su conducta. Ese “perdón, no volverá a ocurrir”, dista un tanto de lo dicho por los condenados por un golpe de Estado (“Ho tornarem a fer”) o de la negativa a pedir perdón de los asesinos etarras, ésos que son recibidos con todos los honores en su vuelta a casa.

Ha pagado abandonando su casa donde ha vivido más de cincuenta años y todos sus enseres personales.

Ha pagado permaneciendo en silencio durante siete meses en un exilio no jurídico pero sí en la práctica. Sólo, casi sin visitas, alejado de su familia y amigos y teniendo que escuchar una y otra vez que “por ahora no es el momento” para regresar.

Ha pagado al no poder defenderse respondiendo a tantos ataques falsos, insultos despiadados, brutales roturas de monumentos, placas y destrozos de reconocimientos, incendios de fotos…. A todo ello, silencio forzoso.

Ha pagado por sus infracciones, regularizando como permite la Ley, con un desembolso superior a los cinco millones de euros. Un manifiesto contraste con tantos políticos y no políticos condenados por los tribunales que no han devuelto nada y se pasean por Madrid, Barcelona, Sevilla u otras ciudades, tranquilamente.

En un país como el nuestro, en el que hay tantas personas que han robado o defraudado importantes cifras, que han sido investigados, procesados y condenados, y que no han devuelto nada, hemos decidido ensañarnos con alguien que hizo mucho por España, cuyas irregularidades han consistido en no declarar a la Hacienda Española unos bienes que nunca pasaron por nuestro país ni salieron del bolsillo de los españoles.

Pero aquí estamos ante una legión de españoles convertidos en jueces sumarísimos e inmisericordes dispuestos a condenar con total severidad a alguien que no ha sido condenado, ni siquiera investigado, por un solo tribunal.

¿Y quiénes son los que van a la cabeza de esta manifestación? Pues destacan reclamando ejemplaridad aquéllos que desde que les conocemos no han sido ejemplares ni en su conducta pública ni en su vida privada. Son aquellos que han destacado por haber hecho del uso de la mentira y de la manipulación, su conducta habitual. Y frente a ellos otra vez... ¡la soledad!

¿Dónde están las personas agradecidas por esos cuarenta años vividos en paz, desarrollo y progreso? ¿Dónde están los que deberían usar las balanzas y poner en el otro platillo, junto a los errores, los éxitos? ¿Dónde están los que saben perdonar cuando se trata de una persona de más de 80 años, que ha mostrado arrepentimiento y que ha aportado restitución?

¿No se merece que le dejemos vivir en paz en su tierra y con los suyos? Ya ha pagado por sus errores y sus faltas. Ya ha pagado …. ¡Y con creces!

Carlos Espinosa de los Monteros es Abogado y Técnico Comercial y Economista del Estado