Pandemia

Demografía epidémica

El coste del descenso demográfico registrado en España por el exceso de muertes por la epidemia y la baja natalidad frenará el crecimiento económico

El Covid-19 está dejando su huella en la dinámica de la población española. El INE ha desarrollado una contabilización del exceso de muertes que ha venido registrando el país y recientemente ha completado esta estadística con otra referida al déficit de nacimientos. Es bien sabido que los acontecimientos catastróficos continuados –como los epidémicos y bélicos– dejan un rastro demográfico que se refleja en ambas variables. Así ocurrió con la Gripe Española hace un siglo o con la Guerra Civil –prolongada por la hambruna del inicio de la década de 1940–. Y ahora, en este año epidémico que acabamos de pasar y que, seguramente, se extenderá al menos hasta el tercer trimestre del año actual, está ocurriendo lo mismo.

Las cifras disponibles son todavía provisionales, pero permiten efectuar proyecciones razonables del curso seguido por la demografía española para hacernos una idea aproximada del estrago poblacional causado por el coronavirus. Por lo que se refiere a 2020, el exceso de muertes atribuible a la epidemia se situará probablemente en torno a las 82.000; y el déficit de nacimientos –que se manifestó en los meses finales del año– podría cifrarse en unos 14.000. Tendríamos así un coste demográfico para el primer año afectado por la epidemia, del orden de 96.000 individuos. Para 2021, el efecto mayor será el del déficit de nacimientos, que, si sigue la pauta marcada por los últimos meses y se prolonga hasta final de año, dejará un saldo de 72.000 bebés no nacidos. Como el exceso de mortalidad esperable se sitúa en torno a 40.000 personas, el déficit demográfico llegará hasta los 112.000 individuos. El coste demográfico total del Covid-19, siempre que la epidemia no se prolongue más allá de este año, habrá sido, de este modo, de 208.000 individuos.

Para un país como España que, desde hace años, registra más muertes que nacimientos, este coste demográfico es relevante, pues va a acelerar el descenso de la población, lo que frenará el crecimiento económico. Sin embargo, los planificadores gubernamentales no parece que estén teniendo en cuenta estos fenómenos. Una desgracia más que se añade al estrago epidémico.