Cataluña
El bloqueo catalán
La encuesta que publicamos muestra un retroceso de JxCat, que bajaría a 31escaños y perdería uno en beneficio de ERC, que tendría 34, los mismos del PSC repitiéndose el empate en escaños, aunque los socialistas lograrían otra vez la primera plaza con 30.000 votos más frente a la formación de Junqueras. Vox consigue otro escaño, situándose en 12, y el PP, dos por lo que estaría en 5, lo que es un resultado catastrófico, aunque Ciudadanos continúa su declive, que parece irreversible, con solo 2 y al borde de desaparecer de la cámara catalana. En Comu y las Cup mantienen los escaños. Por tanto, en líneas generales, todo seguiría igual aunque con ese tenue debilitamiento del partido de Puigdemont que mantiene el bloqueo para conseguir que ERC se someta a sus deseos y otorgue al esperpéntico Consejo de la República la importancia que quiere el fugado de oro. Es un organismo inexistente, pero que condiciona la formación del gobierno independentista y es un despropósito, otro más, que pagamos todos los españoles. Es poco probable que se repitan las elecciones, aunque no hay que descartarlo. La irresponsabilidad del nacionalismo catalán es enorme, pero no les importa ni a ellos ni a sus votantes.
El sueño de la independencia se ha convertido en un sucedáneo de religión laica que abrazan con gran fervor y que dispone de unos recursos inagotables a costa, una vez más, del sistema clientelar, a cargo de los presupuestos públicos, organizado desde los tiempos de Pujol. La cantidad de paniaguados que viven a costa de ese proyecto irrealizable es enorme y las instituciones están al servicio de la maquinaria partidista de ERC y JxCat. En este sentido, una pieza clave son TV3 y Catalunya Radio, que son el ariete del poderoso aparato propagandístico del independentismo. A esto hay que unir otros medios de comunicación públicos y privados que viven del abrevadero institucional, las universidades y las diferentes organizaciones de la sociedad civil que han ido sumando en su estrategia de control. No hay que sorprenderse que estemos donde estamos, porque la actitud de los partidos constitucionalistas, tanto en Cataluña como en la política española, ha sido lamentable. Nunca ha existido una estrategia dirigida a parar y revertir este proceso. El papel decisivo del nacionalismo, salvo cuando ha existido una mayoría absoluta en el Congreso, les ha permitido avanzar en sus objetivos. Es lo que sucede actualmente por la debilidad del gobierno socialista-comunista.
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