Unión Europea

¿Dónde está mi Sputnik?

El retraso en la vacunación va camino de costarnos a los europeos un mes más de pandemia que a los países más avanzados en la inmunización

Vaya por delante mi decidida eurofilia ante tanto eurófobo sobrevenido en un país como el nuestro que probablemente pasa por ser el que más debe a la Unión Europea a la hora de testar el salto hacia el desarrollo pleno en las últimas tres décadas, pero ello no quita para traer a colación algunas de las barbaridades que se han dicho, escrito y, lo que es peor, hecho, desde el acomodado y anquilosado viejo continente a propósito de la vía de la vacunación, demostrada como única y exclusiva salida al atolladero sanitario y ya sobre todo económico en el que la pandemia nos tiene atrapados. ¿se acuerdan de los «memes» a propósito de la Sputnik? Pues ahora resulta que ese brebaje de la Rusia de Putin cuya eficacia contra el covid no iría más allá de ver cayéndosenos pelo y dientes, se muestra como otro auténtico clavo ardiendo para un club de estados que todavía se contemplan ungidos para colarse en la cola del pan dentro del nuevo orden mundial.

Pensábamos que los grandes enemigos del gran proyecto europeo volverían a ser las miserias nacionales reflejadas en el ascenso de unos nacional populismos que creíamos desterrados y con el Brexit como primerísima referencia en forma de órdago a la grande, pero el coronavirus está evidenciando con toda su desnudez las carencias de un proyecto que sigue siendo el ideal incontestable en progreso y libertades pero que necesita un reseteado sobre todo encaminado a «quitarse michelines». De momento, el retraso en la vacunación derivado de políticas cicateras y cortas de miras trufadas de improvisación va camino de costarnos a los europeos, ya sufriendo los efectos de la cuarta ola, al menos un mes más de pandemia que a los países más avanzados en la inmunización, ya saben, China, Estados Unidos, Gran Bretaña o Israel, entre otros casos a los que se miraba por encima del hombro. Si la UE es una unidad de acción política que en ocasiones se muestra como ejemplo social ante esas otras áreas, tal vez debería ver llegado el momento de preguntarse para qué tan mastodóntica maquinaria burocrática en Bruselas y Estrasburgo, mientras el recién llegado Joe Biden multiplica las vacunaciones en su país aplicando –cosas veredes– el «America para los americanos». Ergo, menos cuchufleta con las Sputnik y más eficacia que la demostrada. Si Schuman levantara la cabeza, tal vez nos correría a gorrazos.