Pandemia

Como Fraga en Palomares

Con el espectáculo de las vacunas en general, y de AstraZeneca en particular, vivimos en un caos con ribetes entre el sainete y el vodevil, si no fuera porque hablamos de la salud y la vida de las personas.

En el desbarajuste de la «cogobernanza» nacional y ahora europea, ante un virus que parece atacar a determinadas horas, y que se ensaña con Madrid –el de Ayuso, porque si gobernara la izquierda, misteriosamente iría por otros lares–, la Agencia Europea del Medicamento se descuelga sentenciando que «los costes de la aplicación de esta vacuna los superan los beneficios», y que puede administrarse con tranquilidad. El concepto de coste-beneficio suele aplicarse en diversos ámbitos, desde la economía a la política, pero hacerlo en la salud parece novedoso. ¿Qué significa que «el número de fallecidos compensa su aplicación»? Sin ser experto en vacunas, me parece un argumento inasumible. Sugiero que los miembros de esa Agencia y los gobernantes que insten a administrarla, den ejemplo vacunándose los primeros. En este caso, colarse no sería un privilegio, sino un ejemplo necesario. Con luz y taquígrafos.

A estos efectos, rememoro un hecho que causó conmoción general. En 1966, un bombardero de USA con bombas nucleares, perdió toda su carga sobrevolando el Mediterráneo almeriense tras una colisión en una maniobra de abastecimiento en vuelo. Fraga, como Ministro de Turismo, y el embajador norteamericano se bañaron en aguas de Palomares para dar confianza a la población y al turismo. Pues eso, a dar ejemplo…. aunque no sea en bañador.