Elecciones Comunidad de Madrid

Excusas de mal perdedor

Lejos de hacer un análisis con un mínimo de rigor sobre los últimos seis años, la cúpula socialista, encabezada por su candidato, se empeña en buscar responsabilidades en otros.

La culpa es del empedrado, así es como parece resumir Gabilondo la previsible debacle electoral que protagonizará el socialismo madrileño el próximo día 4 de mayo.

Lejos de hacer un análisis con un mínimo de rigor sobre los últimos seis años, la cúpula socialista, encabezada por su candidato, se empeña en buscar responsabilidades en otros.

Su principal argumento es que, al celebrarse las elecciones en martes laborable, los votantes de izquierda no acudirán a votar. Es decir, la culpa es de los electores que son unos perezosos.

Lo que olvida Gabilondo es que conseguir movilización es el trabajo de los dirigentes políticos. Si hubiese sido más activo en su trabajo de oposición, si hubiese tejido alianzas con colectivos profesionales, sociales, vecinales y si hubiese holgazaneado menos en la fiscalización al gobierno, tendría una estructura externa al PSOE dispuesta a ayudarle a conseguir la Puerta del Sol.

Se puede ser muy crítico con Díaz Ayuso, pero es indiscutible su alianza con comerciantes, hosteleros y jóvenes y que, en la oposición que ha hecho de la gestión de Sánchez de la pandemia, ha simpatizado con muchos ciudadanos, incluso con votantes socialistas que, según las encuestas, podrían votarla.

El segundo culpable es Más Madrid. En esto coinciden Gabilondo e Iglesias, el de Podemos, desde su infinita soberbia, no soporta que los errejonistas vayan a superarle. Se fundamenta en que si Más Madrid y Podemos hubiesen ido en candidatura conjunta el bloque de izquierda sería mayoritario.

Lo que también obvian cuando dicen eso, es que la política no es matemáticas y que el resultado de sumar varias partes puede ser inferior a las partes por separado. Además, si se sumasen automáticamente o si, efectivamente, lograsen movilizar a los votantes indecisos, el resultado podría ser que el PSOE de Madrid quedase como tercera fuerza política.

Gabilondo va a recibir la retribución al trabajo que ha hecho. Ha sido el gran ausente, no conocemos su opinión acerca de casi nada, en parte porque pensaba que así se protegería del desgaste y, en parte, por pura desatención de sus obligaciones.

Ha sido un portavoz cómodo para el todo poderoso Sánchez que no le gusta el contacto visual porque prefiere que los demás miren al suelo. También era manejable para Simancas y sus domésticos, que viven administrando a su favor la ruina de la federación socialista a golpes de llave inglesa.

Pueden poner todos los argumentos que consideren pero no dejarán de ser excusas de mal perdedor. Iglesias hubiese estado mejor en Moncloa, porque a quien ha movilizado de verdad es al electorado de derechas.

El PSOE lo ha hecho pésimamente presentando un mal candidato. Ya obtuvo el peor resultado de la historia del PSOE madrileño en 2015 y todo apunta a que el martes batirá un nuevo récord.

Para un viaje como este no hacía falta alforjas. La peor consecuencia no es que al PSOE le vaya mal, sino que por culpa del PSOE se vaya perder la ocasión más clara de recuperar para la izquierda el gobierno de Madrid.