Política
Más allá de las vacunas
Las ensoñaciones sanchistas son, más que nada, puro abandono
Al dar por cerrado sin discusión el estado de alarma, Pedro Sánchez transmite el mensaje de que con las vacunas –que él distribuye– y los dineros europeos –que él aspira a administrar– lo esencial de la crisis epidémica está finiquitado. Los que quedan son así asuntos menores de los que pueden ocuparse los gobiernos regionales. Ignoro qué fantasías electorales alimenta con semejante simplificación de la realidad, incluso después de que Ayuso le haya propinado un varapalo histórico del que difícilmente se recuperará. Pero lo relevante va mucho más allá de un posible control de los contagios a través de la inmunidad colectiva o de unas amplias subvenciones gestionadas con criterios clientelares. Porque, como nos enseña la historia de las pandemias, sus daños humanos se extienden por generaciones entre los afectados y sus sucesores a través de canales sutiles a la vez que inexorables. Por ejemplo, el empobrecimiento o la menor empleabilidad de los desplazados por el confinamiento, que reduce las oportunidades de sus hijos; o las secuelas permanentes que la enfermedad deja entre los que la han sufrido; o los daños que acompañan la vida de los contagiados en el útero de sus madres; o el retraso educativo de la generación del Covid, santificado con los aprobados generales.
Éstos y otros más son problemas que han de abordarse si, más allá de la coyuntura inmediata, se piensa en el futuro. Y buena parte de las políticas requeridas para hacerlo son de competencia autonómica. Por ejemplo, el reciclaje profesional de los trabajadores, o el seguimiento organizado de los problemas de salud, o la formación complementaria de los escolares que la epidemia ha dejado atrás. Las Comunidades Autónomas harían bien en formular planes a medio y largo plazo en estas materias para mejorar el bienestar de los más dañados por la enfermedad porque, más allá de consideraciones altruistas, también afectan al potencial de crecimiento de las economías regionales. Así que, en vez de mendigar confinamientos y toques de queda, lo pertinente es ponerse en acción y evidenciar así que las ensoñaciones sanchistas son, más que nada, puro abandono.
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