Pedro Sánchez

Sánchez El Magnánimo

La necesidad de Sánchez de indultar a quienes los secesionistas denominan «presos políticos», a fin de seguir instalado en el poder, es un punto de inflexión en esta conflictiva legislatura. Si hasta ahora la pandemia ha marcado la agenda política, acompañada de las elecciones de Galicia, País Vasco, Cataluña y Madrid –certificando la agonía de Cs y la retirada de Iglesias–, con los indultos llega la hora de la verdad para Sánchez.

Los argumentos del TS para oponerse a ellos son de tal fuerza, que podemos manifestar –como ha dicho Felipe González– que no proceden en las actuales condiciones. Pero el deseo de Sánchez es su voluntad de permanecer en el Gobierno al coste que sea, por lo que no es aventurado afirmar que aguardará a que escampe la tormenta para concederlos. Así, lo hará, por ejemplo durante las vacaciones de agosto, preparando para entonces a la opinión pública y publicada para que el rechazo le sea asumible.

Un escenario previsible es el de los indultos parciales y la inhabilitación para que los «políticos presos» salgan a la calle sintiéndose vencedores en su asalto al Estado democrático y de Derecho del Reino de España, que no ha podido consumar su deseo de «venganza y revancha» gracias al magnánimo estadista Pedro Sánchez y su partido sanchista. Al Rey Ricardo de Inglaterra lo inmortalizó Shakespeare con «mi reino por un caballo». A Sánchez serán los indultos los que le lleven a lomos de la Historia con ignominia.