Tomás Gómez
El futuro de Sánchez se juega en Andalucía
Pedro Sánchez ha entrado en modo preocupación en las últimas semanas. Ha caído la intención de voto y la simpatía del electorado y solo ha subido el rechazo. Las causas están muy definidas: la determinación que ha mostrado para realizar los indultos a los presos del Procés y la gestión de la crisis de Marruecos criticada desde todos los ángulos
Por eso, intentará poner el foco mediático en la corrupción del PP, fuego que se ha avivado con la imputación de Cospedal, para distraer a la audiencia.
Es un enigma saber si esta lluvia sobre mojado que representa la novedad judicial en el caso Kitchen ocasionará desgaste a los populares, o ya está amortizado. La respuesta de Casado será la que lo decida, PSOE y Podemos intentarán prolongar la comisión de investigación parlamentaria para que siga siendo noticia y para que las comparencias caigan sobre la cabeza de Casado como la gota malaya.
Eso sí, si el PSOE se pasa de frenada, se le volverá en contra y, conociendo a la guardia pretoriana del líder socialista, pródiga en buscarse enemigos políticos y mediáticos, no es difícil que eso ocurra.
El otro frente que tiene Sánchez es el interno. El control estricto del gobierno es el más fácil de mantener, la cartera de los ministros dependen del bolígrafo del presidente. De ahí que sean recurrentes los rumores de crisis de gabinete, una forma barata de disfrutar de las genuflexiones del consejo de ministros.
Harina de otro costal son los asuntos orgánicos. Aunque Sánchez ha dejado el Partido socialista como un erial, dos territorios despiertan interés en este momento.
Andalucía, una federación no domesticada totalmente, es el primero. Los temores de Ferraz sobre una eventual victoria de Susana Díaz están más que fundados. La andaluza aprendió de su derrota en las primarias nacionales y conoce bien su territorio, por lo que su táctica se supone más eficaz.
Sin embargo, es inexplicable que no haya querido hablar de política nacional en el tema de los indultos. Andalucía es la federación más grande del PSOE y si no tiene voz propia en asuntos de Estado, dará igual que el vencedor de las primarias sea Sánchez o ella misma.
Si, finalmente, ganase el pulso, sería el principio de la caída interna del líder socialista porque habrá sido vencido por las bases, al tiempo que Díaz se ungiría de ese poder supraterrenal que, desde que Sánchez ganó las suyas, parece otorgar el voto de las primarias.
Algo así, tendría réplicas en otros territorios como Madrid, en donde a muchos alcaldes socialistas no les cabe el cuello en la camisa, porque en la región se ha producido una burbuja electoral en la que, según algunos sondeos internos, la tendencia electoral que ha generado Díaz Ayuso volcaría hacia el PP ayuntamientos tan importantes como Alcalá de Henares o Getafe.
Por mucho que quiera controlar Sánchez, en menos de dos años, los ediles tienen sus barbas a remojo e indultar a los indepes, sinceramente, no les ayuda mucho.
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