Pedro Sánchez

Sánchez en el Liceo

El Gran Teatro del Liceo acogerá el lunes una función de gala con Sánchez de gran estrella interpretando el «Aria de los Indultos», una ópera a estrenar, una tragedia con ribetes de vodevil. Que los presente allí antes de hacerlo en el Congreso muestra bien a las claras el concepto y el respeto que el autócrata Sánchez tiene de nuestra democracia.

Unos «autoindultos», como los ha calificado el tribunal sentenciador –nada menos que la Sala 2ª del Tribunal Supremo–, que por unanimidad los adjetiva como «imposibles». Si legalmente el informe preceptivo del TS es demoledor, moralmente son indignos y políticamente un gravísimo error. Resulta lamentable que instituciones como la patronal catalana y la misma CEOE los apoyen aludiendo a la necesidad de «normalizar el diálogo y la situación política». «Normalizar» debe ser aceptar como «normal» dar un golpe de Estado.

Por su parte, los obispos de las diócesis catalanas se pronuncian en el mismo sentido, en un ejercicio de «misericorditis», que resulta el equivalente a conceder la absolución de los pecados sin haberse acusado de ellos ni hacer propósito de enmienda, sino todo lo contrario. «Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios».

Gran velada la del Liceo, donde en 2003 celebramos el 25º aniversario de la Constitución, ahora cuestionada, con Sánchez de solista estelar y los palmeros del momentáneo poder a la espera de la tómbola de los fondos europeos a repartir por este memorable solista.