Italia

El oportuno ataque de pánico de un periodista italiano

En menos de 24 horas se activaba un imponente dispositivo de rescate. La angustiosa búsqueda saltó a todos los medios

“Fake news”, sensacionalistas, cínicos... así suele valorarnos la opinión pública a los periodistas. No nos han ayudado algunas de las películas de Billy Wilder. Ya en 1951, un mayúsculo Kirk Douglas en el “Gran Carnaval” fomentaba el circo mediático alrededor de la tragedia de un pobre empresario atrapado en una gruta. Un dudoso perfil que sigue en la mente de muchos. Setenta años después, gracias a lo que ha sucedido en el norte de Italia, podremos quitarnos, momentáneamente, esa losa.

Nicola Tanturli, un niño de 21 meses, se perdió el lunes en Mugello. Sus padres denunciaron la desaparición cuando comenzaba a hacerse de noche. En menos de 24 horas se activaba un imponente dispositivo de rescate. La angustiosa búsqueda saltó a todos los medios italianos.

Al ser una noticia de “interés humano”, a partir del martes una nube de periodistas se fue congregando en Mugello. Unidades móviles con sus cableados para hacer los directos con la casa de fondo, cámaras, productores y plumillas competían por entrevistar a los progenitores, buscar sospechosos e intentar ser los primeros en contar el paradero de Nicola.

El miércoles, sobre las nueve de la mañana, llegaba el equipo de la RAI para un programa tipo “España Directo”. En el vehículo viajaba el periodista Giuseppe di Tommaso, quien, mientras se aproximaban al hogar del pequeño, a unos 2 km, sufrió un ataque de pánico. Le faltaba el aliento, por lo que decidió bajarse y continuar andando. Se metió en el bosque para respirar mejor. De repente, escuchó un gemido, luego otro. Provenían de un acantilado. El reportero tuvo una corazonada y decidió gritar: “¡Nicola! ¡Nicola!”. Un débil hilo de voz le contestó: “¡Mamma!”. Entonces Di Tommaso se tiró por el terraplén, torciéndose un pie, mientras siguió llamando al pequeño. Y justo ahí, detrás de unas zarzas, volvió a escuchar otro “mamma”, pero no logró ver al niño perdido.

El periodista salió corriendo en busca de los miembros del equipo de rescate. Un carabiniero, incrédulo, le dijo que seguramente sería el ladrido de un corzo. Consiguió convencerlo: “¡Está allí, lo encontré!”. Y bajaron juntos al lugar señalado por Di Tommaso. El agente cogió en brazos a Nicola y se lo pasó al periodista. El pequeño no paró de llorar hasta que Di Tommaso se lo entregó a su madre, terminando con la angustia de su familia y la de todo un país.