Opinión

El cuaderno de Chapu Apaolaza: La calor

El uno de julio es el día internacional de hacer chistes de Julio Iglesias, además del día del padre. Si se parte España, que al menos sea de risa. Marcan cuarenta grados a la sombra de Lledoners en el chabolo vacío de Oriol y en lo de Soto del Real. Calor en las escalinatas de Moncloa, en las fotos del Gobierno con Antonio Garamendi, en el agujero de 30.000 millones en la hucha de la pensiones de los babyboomers. Calor en la Abogacía del Estado que de quién depende, en lo de Toni Cantó y calor en el cofre del muñeco Monchito; qué miedo me daba. Tiene mala pinta tiene lo de José Luis Moreno y también lo de los dineros que les reclaman a los líderes del ‘procés’, pero la cosa es que han puesto en la calle a Junqueras, Rull, Forn y Turull, Monchito, Rockefeller y Macario.

Se habla de la España del verano de Machado, frutales cargados, dorados trigales, ahora que las estaciones son una concatenación de cifras de contagios y de porcentajes de aforo en interiores. Gracias a los chistes de Julio Iglesias, la canción del chiringuito del español de Georgie Dan ya vamos como por 1990. Cómo echo de menos aquellos días en los que nos aburríamos tanto y tan bien que hablábamos de cosas que no eran cruciales. En la reunión de primera del periódico, el director golpeaba la mesa porque preguntaba que qué había pasado y le respondían: “Nada”. Qué dulce era aquel sosiego de reportajes de tendencias de bikinis, entrevistas a hamaqueros, serpientes de verano y revueltas en países lejanos de los que nadie acertaba a escribir ni el nombre. Teníamos el bipartidismo y el botijo para echar el trago refrescante; ahora tenemos las urnas que pondrá Iceta para que se vote alguna cosa.

Sin darnos cuenta hemos llegado al 2020 y hemos sabido que el federalismo asimétrico era esto de que en todo España haga la misma temperatura que en Écija. Está la cosa calentita, y no es broma: te puedes freír unos huevos en lo alto de la mesa de negociación. Cuenta Carmen Morodo que hay una vía discreta “paralela a la mesa” y a mí me quiere sonar a que la vía discreta está debajo de la mesa. Pedro Sánchez ha dicho que el referéndum de autodeterminación es un absurdo y que Aragonés lo sabe. La concordia es ese sitio donde el Gobierno y los independentistas se sientan cada vez más cerca y sus posiciones están cada vez más lejos, aunque hay que reconocer que hoy estoy de acuerdo con lo que ha dicho Sánchez. ¡Las sales!

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