Pedro Sánchez

Canela Fina: Las puertas giratorias de Pedro Sánchez

Los altos cargos, en cuanto tienen un compromiso que atender, lo resuelven nombrando asesor al enchufado

Aunque la inquina personal tal vez excluya algún nombre, Pedro Sánchez se dispone a activar las puertas giratorias para que todos los exministros, así como los demás ex de las Secretarías de Estado, direcciones generales y otros cargos se instalen en puestos bien remunerados y de escaso trabajo para que puedan lamerse sus heridas, a la espera de que cicatricen con las pomadas de la molicie, la dulce vida y el hedonismo.

El César sanchista carece de piedad al multiplicar el gasto público, característica definitoria del frentepopulismo. Daniel Viaña ha aportado datos esclarecedores. Al cerrar el año 2020, Pedro Sánchez disponía ya de 500 asesores que se dispararon en mayo un 17%, alcanzando los 24,5 millones de gasto en un despilfarro sin tino, a costa de sangrar a los contribuyentes españoles hasta la hemorragia. Según Viaña, sumando lo que el Estado debe abonar por los altos cargos y los asesores que conforman el Gobierno sanchista, «el dato está ya muy cerca de los 60 millones de euros y supone un repunte del 9% en el mes de junio».

Parientes, paniaguados y amiguetes son los beneficiados por la larga mano del César monclovita. Y claro, ante semejante ejemplo, la pandemia asesora se contagia a las administraciones autonómicas, provinciales y municipales. Los altos cargos de toda España, en cuanto tienen un compromiso que atender, lo resuelven nombrando asesor al enchufado. El negocio del poder se asienta sobre la impunidad y su tentación abarca desde los partidos políticos a las centrales sindicales, desde las empresas públicas hasta los incontables patrocinios.

Me consta que en 1977 estuvo redactado un artículo para la Constitución española que decía: «Ningún partido político, ninguna central sindical podrá gastar un céntimo más de lo que ingresen por las cuotas de sus afiliados». Si se hubiera establecido este control, si se hubiera exigido el cierre de las puertas giratorias, si se hubiera limitado el derroche en el gasto público, imponiendo una política de austeridad, España no estaría amenazada hoy por la quiebra técnica y los españoles –menos Estado y más sociedad– disfrutarían de una vida mejor sin zozobras ante el futuro.