Opinión

Conflicto con deshonor

«En general, las estrategias y tácticas apacixguadoras raramente tienen éxito»

La política de apaciguamiento ha pasado a la Historia con la Conferencia de Múnich de septiembre de 1938, cuando el Reino Unido y Francia pactaron con Alemania e Italia unas concesiones territoriales y políticas, creyendo que con ellas evitarían la guerra con el Eje. El PM británico Chamberlain regresó eufórico a Londres blandiendo el acta del pacto y proclamando que había «triunfado la paz». Su opositor dentro del mismo partido conservador, Churchill, le espetó una frase inmortal: «Podía elegir entre la humillación y la guerra. Ha elegido el deshonor, y tendremos también la guerra».

En general, las estrategias y tácticas apaciguadoras pretenden evitar el conflicto entre las partes mediante el diálogo y la negociación de concesiones, y raramente tienen éxito. Sánchez está aplicando esa misma estrategia con los separatistas catalanes, con la diferencia no menor de que –en su caso– él no tiene como objetivo fundamental erradicar el conflicto con los secesionistas, sino algo menos honroso, como es su mera supervivencia política personal, lo que convierte su actuación en humillante para España y deshonrosa para él.

Y, además, tendremos el conflicto asegurado como le sucedió a Chamberlain en su negociación con los nacionalistas Hitler y Mussolini. Al británico le engañaron; a Sánchez ni siquiera eso: ya han reiterado su pretensión al margen de cualquier traspaso o financiación. Le han pagado unos meses de alquiler en la Moncloa y otras residencias estivales, aunque en realidad los «paganos» no son Junqueras y sus socios, sino que los que pagan tamaño deshonor son los españoles.