Opinión

El “enigma Iglesias”

Nadie sabe en Podemos “qué tiene entre manos” el antiguo “jefe”

¿Por qué este atronador silencio de Pablo Iglesias? ¿Es su retirada de la política tan definitiva como parece? ¿Cuáles son sus planes inmediatos?

Tres meses después de dimitir tras su caída en las elecciones madrileñas, el universo Podemos se ha apuntado al llamado “efecto retrovisor”. Es decir, mira tanto hacia adelante, a ese incierto dúo que forman Ione Belarra y Yolanda Díaz, como al pasado glorioso de su exlíder, que les llevó de las plazas del 15-M hasta la moqueta del Consejo de Ministros.

Cierto es, y para percatarse basta conversar con quien es o ha sido algo en la cúpula del partido morado, que el ex vicepresidente ha conseguido ahora la unanimidad que en sus últimos tiempos en activo nunca reunió: nadie sabe en Podemos “qué tiene entre manos” el antiguo “jefe”.

En estos tres meses de travesía del desierto de una formación “en busca de autor”, Iglesias no ha jugado al gato y el ratón ni se ha apuntado a la vieja teoría del jarrón chino de los ex. Se ha quitado de en medio. Y, lógicamente, las especulaciones han crecido, así como los rumores sobre su vida personal.

Nuevo VIP

También ha ido engordando la teoría mediática: esa que vaticina que su futuro inmediato está en un plató de televisión, volviendo a sus esencias de La Tuerka y Fort Apache pero con los ingentes medios que le dan su nueva posición de VIP -a modo de puerta giratoria de esas que tanto criticó- y sus amistades mediáticas dentro (Jaume Roures) y fuera de nuestras fronteras. Otros no paran de hablar sobre la “influyente” Fundación que prepara, al más puro estilo de la FAES de José María Aznar.

Tres apariciones ha tenido Iglesias durante su “retiro espiritual”. Para mostrar -en cuidado posado- su nueva imagen sin coleta, para participar como invitado en un curso universitario sobre “liderazgos” y para conceder una entrevista al diario italiano “La Stampa”. Amén del anuncio de su fichaje por la Universidad Oberta de Catalunya, territorio de los Comunes, y supongo que tras la mediación de uno de sus notables, el ministro de Universidades, Manuel Castells.

De esas “apariciones”, la de la irrupción mediática vía Italia es la que más da que hablar. Tanto por el motivo de las declaraciones -el aniversario de la Cumbre Antiglobalización de Génova en julio de 2001-, como por el ambiguo titular que dejó Iglesias al rotativo transalpino: “Génova me enseñó que un compañero puede caer, pero lo fundamental es que el colectivo avance”. Una referencia expresa al joven Carlo Giuliani, un antisistema de 21 años que murió en los gravísimos enfrentamientos con la Policía.

Muchos analistas del “pablismo” han querido ver al propio Iglesias en ese “compañero que puede caer” y en la vigencia de sus fines, un populismo radical obsesionado en derribar el “perverso” capitalismo; en ese “lo fundamental es que el colectivo avance”. Nadie de los que le conocen y lo han tratado duda de que Iglesias no siga con todos sus objetivos intactos.

Hace tiempo que los movimientos internacionales del ex secretario general de Podemos buscando forjar otra plataforma levantan sospechas. Además, el lobby populista latinoamericano que financió su partido como si fuera su caballo de Troya en Europa vuelve con fuerzas renovadas. Perú es el último en llegar al eje y allí se ha dejado ver Juan Carlos Monedero al más alto nivel. El venezolano Nicolás Maduro mueve los hilos, como siempre. México, Argentina, Nicaragua, Bolivia... y el Chile conservador coqueteando con la izquierda para salvarse. ¿Es Pablo Iglesias su “hombre fuerte” en Europa?