Teresa Ribera

La luz y el sufrido contribuyente

Lo peor es escuchar o leer cómo nos miente el gobierno con absoluta impunidad.

Uno de los factores que desató la rebelión de las colonias británicas en Norteamérica contra la metrópoli fue lo que se consideraba una excesiva y confiscatoria carga tributaria. Hubo otros de fondo que fueron decisivos, pero los dejaré para otra ocasión.

Los colonos consideraban que pagaban mucho y recibían poco. Esto desató una brutal guerra civil, ciertamente idealizada en libros, películas y series porque se convirtió en una lucha por la libertad y la independencia frente a la ominosa opresión de Londres.

Como sucede siempre en las revoluciones y procesos de independencia, no se ajusta a la realidad pero fue un gran éxito de la propaganda de las elites coloniales y es una guerra que goza de muy buena prensa a pesar de las barbaridades y atrocidades que se cometieron.

Ahora no existe esa sensibilidad frente a la voracidad ilimitada de los Estados en materia tributaria. Los ciudadanos somos auténticos borregos que aceptamos con resignación el despilfarro gubernamental, la corrupción, la incompetencia y la incapacidad para desarrollar un sistema tributario justo, coherente y comprensible. Algún ministro, desde el nacimiento del constitucionalismo en el siglo XIX, ha intentado hacer alguna reforma acertada, pero siempre llegan los chapuceros que las destrozan hasta convertirlas en un mar de confusión.

El suministro de energía eléctrica se ha convertido en un juguete en manos de los diferentes gobiernos que lo utilizan para sangrar al sufrido contribuyente. La mentalidad confiscatoria del PP y el PSOE, ahora acompañada de los chapuceros de Podemos, ha tenido en el recibo de la luz un auténtico festín recaudatorio.

Por mucho menos, las asambleas de las colonias británicas se levantaron contra su rey legítimo y surgieron esas grandes figuras que admiramos profundamente como Washington, Franklin, Adams, Hancock o Jefferson. Lo peor es escuchar o leer cómo nos miente el gobierno con absoluta impunidad.

Hemos podido constatar la incapacidad de la vicepresidenta Teresa Ribera, que solo suelta ocurrencias y juega con el despropósito de las nacionalizaciones y las empresas públicas, pero lo tendría fácil si tuviera voluntad política y abandonara la demagogia populista.

El precio de la electricidad en España es muy parecido al de Portugal, Reino Unido, Italia, Francia o Alemania, por lo que el problema está en el gobierno. Es tan sencillo como simplificar la factura y colocar los pufos en los presupuestos.