Afganistán

La infamia del éxito

Lo de Afganistán ha sido una tremenda derrota de Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, de la OTAN y de Europa, incluida, por supuesto, España, su alma cándida

«¿De cuántas infamias se compone un éxito?», se pregunta Renán. Basta aplicar la vista a la exitosa, según Pedro Sánchez, retirada de Afganistán. Tal ha sido el éxito de la actuación española –poco menos que de alcance mundial– que los medios y los columnistas más entusiastas con el actual Gobierno se muestran convencidos de que la operación ha servido para sacar al presidente de la postración y el declive en que se encuentra, según las encuestas, y para reducir las posibilidades del jefe de la oposición, Pablo Casado, por sus críticas precipitadas, desaforadas e injustas al Gobierno. Y sí, es preciso reconocer que, por primera vez en estos últimos años, la actuación española, con la complicada evacuación en sí y la generosa acogida de afganos en las bases de Torrejón, Morón y Rota, ha merecido elogios de la Unión Europea –pertenecemos nada menos que al alma de Europa– y del Gobierno norteamericano hasta ahora tan crítico, distante y despreciativo. Pero sería recomendable contener el autobombo.

Le ha faltado tiempo a Sánchez para explotar el éxito el domingo con un artículo autocomplaciente en el periódico incondicional. No se ha dado cuenta de que la gloria, si es que esto tiene algo de glorioso, es –lo advierte también Renán– un veneno que hay que tomar en pequeñas dosis. En el mejor de los casos se trata de una gloria efímera. La infamia consiste en considerar un éxito la derrota y la huida precipitada. Y lo de Afganistán ha sido una tremenda derrota de Occidente, con Estados Unidos a la cabeza, de la OTAN y de Europa, incluida, por supuesto, España, su alma cándida. Otra infamia imperdonable es atribuirse méritos ajenos. En este caso, el mérito principal corresponde a los militares españoles y al embajador en Kabul, destituido unos días antes por el Gobierno. Gracias al Ministerio de Defensa y al «brazo de la nación», según Pío Baroja, que son las Fuerzas Armadas, tan denostadas por la izquierda, España ha salido de Afganistán con la cabeza alta. Lo de «OTAN, no; bases fuera» sigue siendo el eslogan favorito de una parte de la izquierda que ocupa el Gobierno. Ya ven… En fin, la infamia del éxito consiste en pretender sacar provecho político del fracaso histórico de una operación militar meritoria, pero frustrada, que ha durado casi veinte años y ha costado a España 102 vidas humanas y 3.500 millones de euros. ¡Para nada!