Política

El espacio de Yolanda

Sánchez, como ya demostró en el «meneo» de la remodelación ministerial, es el único que tiene el botón nuclear

Yolanda Díaz, la ministra más valorada en el gabinete de Pedro Sánchez según indica la demoscopia, se ha convertido en uno de esos personajes políticos que surfean solo a lomos de la ola del gobierno, porque se da la circunstancia de que no ostenta ninguna gran responsabilidad orgánica en las formaciones que comparten coalición con el PSOE, tanto la Unidas Podemos de Belarra como la Izquierda Unida de Garzón. Díaz es una comunista declarada de «bimba y lola» y señalada por la marcha de Pablo Iglesias como futura cabeza de cartel a la izquierda del Partido Socialista, condición que obliga en los dos años que puedan restar de legislatura a alimentar su futura imagen electoral poniendo el sello propio a determinadas acciones de gobierno, pero también practicando esa curiosa modalidad de «política cuántica» de estar pero no estar, que pasa por el cuestionamiento de acciones del Ejecutivo a pesar de formar parte de él y además como vicepresidenta.

Los «pellizcos de monja» que, tanto Yolanda Díaz como otros referentes de la formación morada vienen lanzando dentro del gobierno no son puntadas sin hilo, sobre todo porque, en un momento en el que la parte socialista del Ejecutivo pretenderá como es lógico rentabilizar al máximo la gestión de los fondos europeos, el margen de espacio y maniobra podemita puede quedar ciertamente limitado. Ergo, aunque Iglesias ya se haya marchado, los chirridos dentro de la coalición se irán haciendo mucho más patentes según vayan aumentando los «aromas» electorales. La cuestión por lo tanto llegados a este punto tal vez sea saber cuáles serán los movimientos de Sánchez en cuanto a su peculiar vicepresidenta, a sabiendas de que la competencia a la izquierda del PSOE ahora sí podría tener un claro referente tras el desgaste de materiales de Podemos y lo que es más serio, la posibilidad de que por primera vez no sea la derecha la dividida en tres partidos, sino la propia izquierda si le damos posibilidades a la alternativa «verde» de Iñigo Errejón.

La demoscopia parece clara, Yolanda Díaz esta rompiendo todos los techos de valoración a la izquierda del PSOE, a lo que se suma el goloso caladero dejado por el giro pragmático y «calviñista» del gobierno al que obligan los dictados de la Unión Europea. Solo tiene un problema y es que Sánchez, como ya demostró en el «meneo» de la remodelación ministerial, es el único que tiene el botón nuclear.