El desafío independentista
A diez años del «España nos roba»
Hace diez años que empezó a gestarse lo que se haría realidad en enero de 2013, cuando Artur Mas compareció en el Parlament y pronunció aquella frase de heroicos tonos marineros: «Ponemos rumbo de colisión con el Estado». Lo dijo quien, como presidente de la Generalitat, era su representante ordinario en Cataluña y, como tal, quería enfrentarse consigo mismo. La etiología del Procés tuvo en ese año 2011 un momentum el 15 de junio, cuando el mismo Mas tuvo que acceder al Parlament en helicóptero para poder superar la barrera de indignados –futuros podemitas– que rodeaban el Parque de la Ciudadela a fin de evitar la aprobación por los diputados de la ley de presupuestos, que marcaba el inicio de la reconquista de la Generalitat por el nacionalismo entonces todavía convergente, tras las dos legislaturas de Tripartito de Maragall y Montilla. En plena crisis económica, financiera y social, con la espada de Damocles del rescate por parte de Bruselas, drásticos recortes asolaban una Generalitat en quiebra técnica. El malestar social era profundo en toda España, visualizado en Cataluña en la Diada de 2012, lo que llevó a los nacionalistas a buscar un chivo expiatorio en quien descargar toda la indignación y efervescencia social.
La llegada del PP al gobierno español les puso en bandeja la deseada cabeza del Bautista, tras la consigna de quien era la culpable: «España nos roba». Y desde entonces hasta hoy, con los separatistas al mando, diez años de una Cataluña deprimida, en retroceso y enfrentada consigo misma.
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