Política

Eterno año y medio

Acaba de arrancar probablemente la precampaña electoral más larga que se recordará en nuestro país

Con los sondeos que vamos conociendo en este arranque de curso político y a la vista de la capacidad de reflejos que van mostrando gobierno y oposición –especialmente sus líderes– cabe preguntarse a quien se le hará más largo e interminable –si a Sánchez o a Casado– este año y medio que resta hasta los comicios municipales y autonómicos del año 23, antesala y preludio de lo que pueda ocurrir en las elecciones generales. Encuestas como la de NC Report publicada hace tres días por este periódico vienen a confirmar esa foto fija en la que el vuelco electoral se sitúa como primer pronóstico entendiendo por ello que el PP se consolidaría como mayoría minoritaria pero sumando con Vox para regresar a la Moncloa con Pablo Casado como nuevo inquilino. El vuelco en efecto no es algo improbable con los datos demoscópicos a día de hoy en la mano, pero el amplio margen del que disfrutará Sánchez a la hora de alargar hasta el final o hasta cuando le convenga la legislatura sumado al hecho de haber tocado fondo antes del verano y las expectativas de que nada irá ya a peor sino más bien al contrario en los próximos meses, hacen pensar en un tránsito bastante más interminable para el líder de los populares hacia esa gran y tal vez última oportunidad de ser el tercer presidente de un gobierno del PP.

Lo que acaba de arrancar es probablemente la precampaña electoral más larga que se recordará en nuestro país, sobre todo por la certeza en Moncloa de que no se dispone más que de año y medio para dar la vuelta a las encuestas y si algo no se le puede negar a Sánchez es la disposición a salir de la jaula oro y ponerse el traje de faena, ya sea capitalizando con su presencia la foto en la lucha contra el terrífico incendio de Ávila, los reflejos demostrados acudiendo a la Palma antes de viajar a Nueva York o sencillamente aminorando el impacto de su reunión con Pere Aragonés bajo el mantra de la bajada en el suflé separatista que en realidad se traduce en billetera del Estado a cambio de apoyo a los Presupuestos. En el PP tal vez baste de momento, con no enrarecer una convención nacional por la que se trabaja desde hace meses por un quítame allá las cuitas de Madrid. Su parroquia anda escamada.