El desafío independentista
A cuatro años del 1-O
El 1-O, primero de octubre, es una fecha que en nuestra reciente Historia viene asociada inevitablemente a unas imágenes que el victimismo separatista quiere convertir en ejemplo de la «violencia del Estado contra los pacíficos ciudadanos que querían ejercer el derecho a decidir». Por lo demás, derecho inexistente y desconocido que unos irresponsables dirigentes les habían inoculado en vena. Como el «Espanya ens roba», que el «think tank amarillo» había convertido en eje de campaña del agitprop llevado a cabo implacablemente desde que estalló el Procés en enero de 2013. La decisión que la autoridad judicial competente adoptó, dejando sin efecto la prudente, eficaz y exhaustiva instrucción que el fiscal superior de Cataluña Romero de Tejada (q.e.p.d.) había acordado, ocasionó que ese día la Policía y la Guardia Civil tuvieran graves dificultades para cumplir lo que esa misma autoridad había ordenado, provocando esas imágenes desagradables, tan buscadas y deseadas por los políticos organizadores.
Han pasado cuatro años de esa infausta jornada, y los políticos responsables, unos han sido juzgados, condenados e indultados por Sanchez, y otros han huido de la Justicia. La Generalitat fue intervenida por el articulo 155 CE pactado por Rajoy con Sánchez y Rivera. Todo previsible tras esa «ensoñación» que tanto daño ha causado. Todo previsible salvo que Sánchez –tan solo ocho meses exactos después– fuera investido presidente del Gobierno gracias a los votos de los responsables de aquellos desdichados hechos.
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