Política

La comparsa del TC a Cádiz

Repartir las instituciones como regalo de Navidad no supondría más que un enredo para enterarse no de a qué ventanilla ir sino a que provincia trasladarse

Descentralizar es palabra que el socialismo ha tomado como ansiolítico no solo para los nacionalismos a los que tanto debe sino por los provincionalismos y aldeanismos varios. Teruel existe. Chiclana existe. Cantora existe. ¡y qué me van a decir de los langostinos de Sanlúcar! La idea de trasladar el TC a Cádiz es una comparsa que no la supera ni El Selu vestido de maruja. Los magistrados entrando por San Felipe Neri serían crápulas disfrazados de hombres de bien. Lástima que los antros añejos como el «Pay Pay» ya no echen humo libre de cuando la urbe lo toleraba todo, hasta el mariconeo, de ahí su fama. Eligieron el lugar perfecto para redactar esa Constitución después encadenada. Mi abuela se llamaba Pepa. También mi perra. «Show me now», dicen que gritaban los marineros ingleses a las prostitutas cuando entraban en el puerto, y que de ahí viene chumino, que no todo va a ser picha.

Cádiz es muy serio por mucho que se tome a guasa. España ya se divide por barrios para eso de descentralizar. En la misma ciudad se distingue entre Cádiz y los de Puerta Tierra que son menos gaditanos por vivir fuera de las murallas. Como si los de más allá de la M-30 no fueran madrileños. Pero el ayuntamiento de Kichi sigue en el centro y el Carranza en Puerta Tierra, (j)oé, aunque el alcalde desearía proclamar el Cantón de 1873 ahora que no hay un general Pavía que le haga frente.

Repartir las instituciones del Estado como regalo de Navidad no supondría más que un enredo para enterarse no de a qué ventanilla ir sino a que provincia trasladarse. Un ministerio por cada autonomía. La Dama de Elche para los ilicitanos, y así. Lo más carnavalesco del asunto es que nuestros ojos verán cómo realmente se reparten las alegrías, los fandangos, las jotas y las sardanas por los pueblos de España. Nadie se quedará atrás. Todo empezó con que el Senado se movía a Barcelona. Pero para ello tendrían que hablarse todas las lenguas del Estado. La de Cádiz está aún por descifrar para algunos que no son de allí. La vendedora de un freidor traduciendo la lengua de signos. A ver si se enteran ya.