Transexualidad
Crítica transgénero
hemos visto en España a militantes socialistas feministas de toda la vida ser tachadas de traidoras por la ultraizquierda, donde se inscriben los llamados colectivos de personas trans
Una autora transgénero, Andrea Long Chu, define a la mujer así: «Mujer es una condición existencial universal definida por la sumisión a los deseos de otra persona». Responde Abigail Shrier: «Difícilmente podría imaginarse una definición más ofensiva o anodina de la femineidad. Pero con la finalidad de redefinirla para incluir a las mujeres trans, este tipo de ‘’solución’' se ha vuelto típica. Desprovistas de indicadores biológicos que expliquen quién cuenta como mujer, los activistas trans se basan en estereotipos sociales, muchos de ellos arcaicos o insultantes» (Un daño irreversible. La locura transgénero que seduce a nuestras hijas, Ediciones Deusto).
El esquema mental de muchos autodenominados progresistas a propósito de estos asuntos tan delicados del transgénero se observa en que no se han enfrentado solamente con las personas conservadoras, de derechas o religiosas, sino con la propia izquierda. Así, hemos visto en España a militantes socialistas feministas de toda la vida ser tachadas de traidoras por la ultraizquierda, donde se inscriben los llamados colectivos de personas trans.
Es importante destacar que la señora Shrier, que trabaja como periodista en el «Wall Street Journal», no plantea la prohibición de las operaciones de cambio de sexo, pero en cambio insiste en la urgencia de impedir que la ideología de género lleve a que niñas de 15 años, o incluso menores, se sometan a tratamientos médicos e incluso quirúrgicos para cambiarse el sexo sin el consentimiento de sus padres, como ha sucedido en Norteamérica.
La autora reconoce el fenómeno de la disforia de género, que existe, pero es sumamente raro, afectando al 0,01 por ciento de la población, en su mayoría hombres. Sobre esa circunstancia minoritaria la extrema izquierda ha montado una gran campaña basada en la educación primaria y secundaria, con lo cual el efecto del contagio de la propaganda ha llevado a que cada vez más jóvenes aleguen padecer dicha disforia.
Advierte Shrier: «Debemos siempre distinguir entre norteamericanos transgénero, generalmente unas personas estupendas, y el movimiento ideológico transgénero». Para la autora del libro, este movimiento es muy peligroso, porque ataca directamente a las personas más débiles y vulnerables, los más pequeños, y debilita su soporte natural: las familias. Concluye Shrier que el movimiento vuelve a los niños y a las niñas en contra de sí mismos, impulsándolos a que se hagan un daño irreversible.
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