Política
Exaltación del chantaje
La España vaciada, vocacionalmente eunuca, pero espabilada, prefiere como modelo el nacionalismo de la anchoa
Hace unos años Sergio del Molino publicó La España vacía, su apasionante libro sobre la Siberia española, donde retrató con fulgor literario el comatoso estado de una España (en parte) carbonizada por unos gobernantes que prefieren como interlocutores a los últimos racistas europeos, de los carlistas a los partidarios de la dinamita y los déspotas que mantienen Cataluña al margen de la ley y la estética. El poder político sigue los esquemas del poder económico, una leona que en España reparte cazaderos entre Madrid, Cataluña y el País Vasco. Normal que los habitantes de la España vacía, o vaciada, o eviscerada, hayan querido organizarse. Pero no lo han hecho con una respuesta centralista, que defienda la riqueza común, y la igualdad de oportunidades, sin dejar de proteger las diferencias. Eso sería asquerosamente ilustrado. Su respuesta tampoco enfocó la pelea para vertebrar la nación, asegurar el reparto de obligaciones y cargas y desdeñar los elementos disgregadores y sus incomibles justificaciones predemocráticas. Para evitar que el gobierno central esté condicionado por los cobradores del frac autonómicos y los enardecidos apicultores del brumoso hecho diferencial ya habían nacido y muerto dos partidos, UPyD y Ciudadanos, hoy irrelevantes. La España vaciada, vocacionalmente eunuca, pero espabilada, prefiere como modelo el nacionalismo de la anchoa. Perpetuar el cantonalismo. Exacerbar los tics localistas. Lejos de contraponer jacobinismo a las orientaciones centrífugas, lejos también de levantar con pedagógica paciencia un patriotismo vacunado de exaltaciones románticas, incapaz de articular uno de esos raros momentos constitucionales para yugular el triunfo de la aldea y la barbarie, nuestros descontentos copiaron el menú egoísta, egotista, insolidario, generalmente mafioso, decididamente deudor del KKK, del nacionalismo. Habían mamado el cuento de la diferencia como marcador democrático, la balada de la riqueza troceada para los de mi tribu. Las encuestas otorgan más de media docena de escaños a una teórica España Vaciada. Hay rebajas y ofertas para romper el Estado. La reacción al abuso son los discursos caciquiles del conservadurismo pantuflo y jeta y, desde la izquierda, la creencia idiota, letal, de que hay nacionalismos buenos. Bienvenidos a la exaltación del chantaje. Tenemos mal arreglo.
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