Partido Popular
¿Solo puede quedar uno?
El choque de megalomanías (en palabras de Pablo Casado) parece estar cerca de su punto de ebullición
Hay ocasiones en política en las que un enfrentamiento entre compañeros de partido se resuelve mediante un acuerdo en el que las partes en conflicto aceptan perder una porción de su interés particular en beneficio de la causa general. Pero se puede dar la circunstancia de que el desafío mutuo no permita encontrar una vía transaccional que evite el duelo y, en ese caso, la pugna solo se resolverá mediante la eliminación de alguno de los contendientes.
Hace meses que el Partido Popular busca la fórmula con la que reconducir el espectáculo de sus discordias. Cuando mejores eran sus sondeos más intensas eran sus desavenencias, hasta que esas desavenencias han provocado que empeoren sus sondeos. Y en estos días, los populares envían el mensaje de que quizá el método de la transacción ya no encuentra vía libre y se opta por la eliminación: alguien tiene que perder.
Donde Isabel Díaz Ayuso le dice a Juan Manuel Moreno «vuela libre» y «toma tus propias decisiones», Teodoro García Egea asegura ante el mismo Juan Manuel Moreno que «es libre y siempre ha sido libre, y no tenemos que venir de fuera a decirle lo que tiene que hacer». La misma dirección nacional del PP que permite y alienta que, por ejemplo, Moreno presida a la vez el gobierno andaluz y el partido en Andalucía, pretende impedir que Ayuso lo haga en Madrid.
Los inquilinos de la planta noble de Génova 13 han conseguido –a propósito, o en contra de su voluntad– dar una preocupante sensación pública de que se sienten acosados, y eso genera una imagen de debilidad que debería preocupar a quienes la protagonizan. En política, como en la vida, las apariencias pueden engañar. Pero, reales o exageradas, las apariencias resultan dañinas si el presidente y el secretario general del partido dan la impresión de temer más a sus propios compañeros que a los partidos rivales.
El choque de megalomanías (en palabras de Pablo Casado) parece estar cerca de su punto de ebullición. Si eso es así, solo puede quedar uno. Y el PP debe preguntarse si se puede permitir el lujo de que solo quede uno.
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