Política

Iglesia e Iglesias

Se inventa un Francisco comunista o peronista, lo que revela una lectura superficial de sus obras

En una reciente intervención, Pablo Iglesias nos brindó su pensamiento sobre la Iglesia, que tiene interés para ponderar la aversión de la izquierda a la libertad del pueblo.

Empezó saludando a Juan José Tamayo, llamándolo «experto en laicidad», lo que es un curioso elogio para un teólogo, aunque ciertamente el profesor Tamayo comparte con el profesor Iglesias los dogmas del pensamiento único antiliberal (https://bit.ly/3lO213m).

A continuación, acomete la entrañable ficción conforme a la cual la Iglesia es buena solamente cuando el Papa nos gusta. Y se inventa un Francisco comunista o peronista, lo que revela una lectura superficial de sus obras (https://bit.ly/3lNpuld). Y termina resumiendo cuál es el problema: la derecha.

Todo sugiere que incluye en la derecha al Espíritu Santo, porque, como era de esperar, abomina de su intervención en la elección de Juan Pablo II, y el señor Iglesias no ahorra descalificaciones en contra del santo polaco: «estábamos mal acostumbrados con Woijtila». En efecto, acostumbrados a un Papa al que era difícil vender motos sobre el supuesto paraíso comunista, porque lo había padecido en primera persona.

La demonización de san Juan Pablo II por parte de la izquierda indica, una vez más, su pereza, semejante a la de los liberales que quisieron convertirlo en una especie de Ludwig von Mises redivivo de forma análogamente apresurada y superficial (puede verse: «Tensión económica en la Centesimus Annus» aquí: https://bit.ly/2Znr45e). Pero, sea como fuere, parece que san Juan Pablo II no era muy de izquierdas, y don Pablo Iglesias no le perdona esa grave desviación.

Hablando de perdonar, prosigue su exposición explicando por qué la derecha es imperdonable, y al hacerlo resulta aún más diáfana su hostilidad hacia los derechos y libertades de las personas.

Repite el mantra de que nuestro más grave problema es la derecha. Empieza con la mediática, que es un clásico de la ultraizquierda y que, en su día, don Pablo representó bien cuando proclamó que no debería haber empresas privadas de comunicación.

En esta ocasión, subrayó otro campo, también revelador: la Justicia. En efecto, hay un gravísimo problema: la «derecha judicial», incluso la «ocupación» del Poder Judicial por la malvada derecha. Igual que con la Iglesia, Iglesias no reflexionó sobre por qué sería bueno que la Justicia fuera ocupada por la izquierda, ni sobre aquella antigualla de la división de poderes.