Constitución

La compleja reforma constitucional

La Constitución de 1978 ha llegado hasta este 6 de diciembre de 2021 sin apenas modificaciones porque España es un país muy difícil

Cada año, cuando llega el 6 de diciembre, hay quien mete la mano en el cajón de los asuntos pendientes y saca por unas horas el comodín de la reforma constitucional. Siempre que la actualidad política entra en algo parecido a un leve descanso, alguien aparece en el escenario y dice que nuestros problemas se resolverán en cuanto hagamos cambios en la ley fundamental. Y nos asegura que, por descontado, esos cambios deben ser los que él o ella propone, no los que otros plantean. Esa es, precisamente, la ecuación que no se ha resuelto.

La Constitución de 1978 ha llegado hasta este 6 de diciembre de 2021 sin apenas modificaciones porque España es un país muy difícil. Lo natural es que en ese periodo de 43 años se hubieran realizado algunos retoques que adaptaran el texto a la realidad de cada momento. Así ha ocurrido, por ejemplo, en Estados Unidos con la Constitución de 1787, que tiene 27 enmiendas, aunque no son demasiadas para una normativa con 234 años de vida. Pero allí, los partidos políticos han podido ponerse de acuerdo porque, al margen de sus muchas diferencias políticas, comparten lo fundamental: nadie cuestiona la nación.

Sería muy pertinente retocar determinados artículos constitucionales que han quedado obsoletos. Pero cada vez que a alguien se le ocurre esa sana idea, aparece algún dirigente político proclamando que lo que está obsoleto es el régimen del 78, la Monarquía parlamentaria y la unidad del país. Con esos planteamientos, cualquier opción racional de acuerdo se desvanece, y la conveniente reforma constitucional termina de nuevo en el cajón de los asuntos pendientes.

Solo existe un método lógico para encarar este problema: un acuerdo entre los dos grandes partidos. PSOE y PP están en condiciones de sumar los escaños suficientes para conformar una mayoría que reforme aquellos aspectos en los que ambas fuerzas políticas coinciden. Es altamente probable que, si aceptan hacer una pausa en su estrategia de tensión permanente, encontrarán muchos puntos de encuentro en los básico. Pero, cuando estamos ocupados en lo urgente, nos despreocupamos de lo importante. Y salvaguardar la Constitución es lo más importante.