Meritxell Batet

Los minutos de la basura

El puente de la Constitución ha servido para elevar acta notarial de algo que ya sabíamos, pero había que certificar con la solemnidad propia de la ocasión: que todo está roto

Disfrutamos los españoles de este día final del largo puente más atentos a nuestras cosas que a las de la política, porque bastante tenemos con gestionar la vida personal y profesional en este tiempo de apuros sanitarios y económicos. Los ciudadanos volverán mañana a sus quehaceres habituales con la vista puesta en las inminentes fiestas navideñas y mucho menos en el mar de fondo que protagonizan los representantes elegidos en las urnas. Así debe ser.

Pero, por si alguien estuviera interesado en ocupar cinco minutos de esta festividad de la Inmaculada en otras cuestiones, quizá debiera saber que el puente de la Constitución ha servido para elevar acta notarial de algo que ya sabíamos, pero había que certificar con la solemnidad propia de la ocasión: que todo está roto. A la legislatura le pueden quedar dos años de vida, porque el presidente del Gobierno dispone de ese margen para convocar las elecciones y tiene en su mano los presupuestos que le permitirán gestionar el Estado, con o sin socios parlamentarios. Sin embargo, nada hace pensar que podamos asistir en los meses por venir a una mínima colaboración entre diferentes. ¿Cómo sería posible si la tercera autoridad del Estado, cuya obligación institucional es dar apariencia de imparcialidad, utiliza el discurso del 6 de diciembre en las escalinatas del Congreso para reprender a la oposición?

La oposición no tiene bula y, por tanto, es tan atacable como el Gobierno. Pero, si algo define la labor de los altos cargos institucionales es elegir bien lo que se dice en cada momento y lugar. La presidenta del Congreso ha considerado que en su discurso del día de la Constitución debía reconvenir y sermonear a un sector concreto de aquellos a los que preside, igual que cuando llama al orden a algún diputado trabucaire que en una sesión plenaria hubiera menospreciado el decoro de la Cámara.

Cuando un partido de baloncesto se acerca a su final y la victoria de uno de los dos equipos es irreversible, se dice que han llegado los «minutos de la basura». La legislatura ya está en ese momento, aunque se retrase su final y el resultado sea incierto.