Opinión
Con o por su culpa
Desde el principio de los tiempos, en el Génesis del virus y los pobres pangolines culpables, el Gobierno nos ha tomado bastante el pelo. Encerrados en casita y aplaudiendo como norcoreanos a la nada desde los balcones vimos por la tele la escenificación de la ineficacia en aquellas ruedas de prensa de las preguntas filtradas o directamente sin ellas. Ay, qué bien lo hacía Iván Redondo en aquellos meses del jersey de lana y el pelo cardado de Fernando Simón, pero ahora, en la era Ómicrom, Carolina Darias nos amarga el desayuno con la última novedad de su ministerio, donde «trabajan» para poder distinguir en los hospitales entre pacientes «con o por Covid». Acabásemos, menos mal que se van a dedicar a separar las amapolas de los trigos, porque ya vamos más que tarde para este tipo de discusiones. Me imagino a los pobres médicos debatiendo si el último enfermo en entrar por Urgencias lleva la etiqueta «con» o «por»… Sesiones y sesiones podrían gastarse en la Academia para determinar el uso correcto de la preposición, como en los cismas de la antigua Iglesia por panes ácimos en la eucaristía o pugnas por la supuesta pobreza de Jesucristo.
Si no fuera porque es el Gobierno, el término bizantino le vendría de perlas al Ejecutivo de Pedro Sánchez, con su camisita coral, para calificar el lío que nos tienen montado desde que el coronavirus habita entre nosotros. Esta retórica del lenguaje, este darle la vuelta a la tortilla tres y cuatro veces, es propio del «bananerismo tropical» donde las palabras suplen con la retórica alambicada la triste realidad que sufren los ciudadanos.
Ministra Darias, no somos tan zangolotinos como para zamparnos que la cuestión clave es discutir si «con o por». Detrás de las preposiciones existe una realidad médica mucho más complicada y grave que si a estas alturas de pandemia no la tienen controlada demuestra que el desastre es mucho más grande de lo que pensamos. Y no, nosotros tampoco sabemos si es «con o por» su culpa.
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