¡Vamos Rafa!

Cumplir años tiene algunas ventajas. Una de ellas es acumular recuerdos. Como la memoria es selectiva, suele caer en la tentación de llevarse los peores momentos hacia lugares recónditos de nuestro cerebro, mientras que los más agradables los sitúa allí donde podemos recuperarlos con facilidad. Por eso, en un día como este, es sencillo echar la vista atrás y recordar a un chaval de 18 años, un tal Rafa Nadal, que en 2004 nos hizo campeones de la Copa Davis, con sus camisetas sin mangas, y celebrando cada punto del primer set como si fuera el de la victoria (su tío y entrenador, Toni Nadal, tuvo que convencerle para que no malgastara tantas energías en celebraciones).

Ayer, un hombre de 35 años se coronó como el mejor tenista de la historia al conseguir su vigésimo primer título de un grand slam (los cuatro torneos más importantes del calendario: Open de Australia, Roland Garros, Wimbledon y Open de Estados Unidos). Hoy, la imagen de ese español irrepetible aparece en medios de todo el mundo. Y hay una aportación suplementaria: se trata de un ciudadano ejemplar, cuyo comportamiento dentro y fuera de la cancha sitúa su figura un escalón por encima de lo que correspondería a una estrella del deporte, por muy grande que sea. Algunos de sus rivales pueden competir con Nadal en calidad tenística, pero no todos están en condiciones de hacerlo cuando se trata de aportar, además, el aspecto humano.

Hace un par de meses, Rafa Nadal trataba desesperadamente de dejar atrás una lesión que le había martirizado durante buena parte de 2021. Sin haber terminado la recuperación por completo, se contagió de covid. Para su desgracia, el virus le atacó con intensidad, y debilitó su cuerpo de tal manera que se planteó no disputar el Open de Australia. Su tenacidad y su fe en sí mismo le han hecho llegar a la final y ser capaz de levantar dos sets en contra, para alcanzar el olimpo. Quizá otro tenista llegue a ganar más torneos del grand slam, pero Rafael Nadal será, para siempre, el primero en conseguir 21. Cuánta felicidad nos ha regalado… ¡Vamos Rafa!