Unión Europea
El mejor invento de la humanidad
Tan exitoso ha sido el proyecto, que hemos llegado a 2022 conformando una asociación de naciones libres y democráticas, tan dispuestas a seguir unidas hacia el futuro
La crisis de Ucrania no es el primer episodio que coloca a la Unión Europea ante una situación compleja e, incluso, peligrosa. Vladimir Putin nunca decepciona, porque nunca sorprende. Nadie podrá decir que era imposible imaginar al líder ruso en una actitud belicosa. Es su forma de gestionar la política exterior e interior.
Pero esa actitud ha permitido, como consecuencia colateral positiva, apreciar las bondades del mejor invento de la humanidad, que es la Unión Europea. Su espíritu nació desde las cenizas de un continente arrasado por dos guerras mundiales, y con la esperanza de que fuera posible que los países que habían intentado destruirse mutuamente, pudieran vivir juntos en paz. Tan exitoso ha sido el proyecto, que hemos llegado a 2022 conformando una asociación de naciones libres y democráticas, tan dispuestas a seguir unidas hacia el futuro que, en un número importante, comparten una misma moneda y han levantado sus fronteras.
Las disfunciones son muchas, porque no se pude pretender que 27 países estén de acuerdo en todo y que sus intereses particulares siempre sean coincidentes. Pero, después de décadas de funcionamiento –con mejores y peores momentos–, solo el Reino Unido ha querido irse (de lo que millones de británicos se arrepienten), y más naciones aspiran a entrar, porque la Unión Europea es un seguro de prosperidad y democracia.
Es por eso que las críticas al ideal comunitario sean más habituales entre los extremistas, a derecha e izquierda, deseosos de enaltecer a regímenes como el cubano, el venezolano o el ruso, y de admirar a sus líderes autocráticos. Está en su naturaleza que no se feliciten por tener la suerte de vivir en un espacio europeo en el que se respetan los derechos humanos, rige la ley y los ciudadanos pueden elegir a sus dirigentes en libertad. Quizá por eso, tantos ucranianos quieren que su país forme parte de la UE. Y por eso entraron polacos, lituanos, letones, estonios, checos, eslovacos, croatas, rumanos, búlgaros o eslovenos. También por eso entramos en su día los españoles.
Ahora, la crisis en el Este somete a la Unión a un difícil test. Pero ya ha habido otros, y aquí sigue.
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