Partido Popular
PP, apariencia y verdad
Parece que la principal fuerza que puede oponerse al sanchismo liberticida se desangra, y que no habrá tiempo para que se materialice el trasvase de votos hacia Vox
Decía Marx: si las cosas fueran lo que parecen, la ciencia sería innecesaria. En el caso del PP, cabría considerar la inquietante posibilidad de que todo lo que parece que es verdad, finalmente lo sea.
Casado y sus secuaces parecen haber emprendido la estrategia suicida de hacer política contra los suyos, y no contra la izquierda, pensando en el poder y no en la gente. Casado, así, se habría obsesionado con los árboles, olvidando el bosque, e ignorando el mensaje que le transmití hace cuatro años en la Convención del PP, cuando el partido quiso conocer mi opinión. Esto sería aún más siniestro con los juegos sucios detectivescos, y hasta con la ayuda del PSOE para lograr la imputación de Isabel Díaz Ayuso, que igual se traduce en un par de años en poca cosa o en nada, pero entretanto Casado se habría librado de ella.
La propia Díaz Ayuso parece tocada. Es cierto que todo indica que los contratos son legales, y que, por tanto, no se trataría de un caso de corrupción. Pero para entender el daño causado a la imagen de la presidenta madrileña, que es el mejor activo del PP, basta con hacer el siguiente ejercicio: imaginemos que el mismo caso del hermano de Ayuso se hubiera producido con un hermano de Pedro Sánchez, participando en la venta de mascarillas al Ministerio de Sanidad. Todo transparente, todo legal, pero muchos de quienes defienden que no hay absolutamente nada que objetar a Ayuso se habrían llevado las manos a la cabeza.
Parece que el líder emergente del PP es otra vez Núñez Feijóo, que se opuso a Cayetana Álvarez de Toledo, atacó la sensata política de Isabel Díaz Ayuso durante la pandemia, y tiene una simpatía por la batalla cultural por la libertad bastante descriptible.
Finalmente, parece que la principal fuerza que puede oponerse al sanchismo liberticida se desangra, y que no habrá tiempo para que se materialice el trasvase de votos hacia Vox en el grado suficiente como para lograr el recambio en la política nacional. Añadido a todo esto que, si el liberalismo del PP es vidrioso, otro tanto sucede con el de las huestes de Santiago Abascal.
En suma, si las apariencias no engañan, sospecho que para numerosos españoles no sería menester más ciencia que la necesaria para aprovisionarnos de calmantes.
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