Guerra en Ucrania
Acoger a los desterrados; víctimas de la guerra en Ucrania
Trabajar por la paz es inseparable de la caridad y la Iglesia no puede ni quiere ni debe quedarse atrás.
A todos nos está preocupando severamente la invasión injusta y cruel de Ucrania por parte del presidente ruso enajenado que ha perdido la razón y se ha mostrado ante el mundo con todo descaro y frialdad malvada y por parte también de sus lacayos que le rodean tan enloquecidos como él y tan criminales como el jefe y se ha mostrado con todo descaro ante el mundo como hijo del diablo, con la consiguiente guerra que allí se ha desatado y que ignoramos su evolución posterior.
Es un momento muy grave para la humanidad y de un modo particular, para que la paz se restablezca, y la más poderosa arma que tenemos los creyentes es la oración ante el que es fuente y origen de paz porque Él mismo, Dios, es amor y nos ha dado a Jesús, Príncipe de la paz que ha muerto por los hombres crucificado injustamente y entregado su vida en amor por todos ellos y por la fraternidad y unidad entre todos; e imploramos con el corazón desgarrado que vuelva a reinar la paz en estos países y en todo el mundo.
Hemos de ayudar a Ucrania, hemos de acoger a quienes, víctimas de esta guerra gravemente injusta en extremo para Ucrania. Todos debemos contribuir, en lo que nos sea posible, a la paz, a paliar las heridas, sufrimientos, destrucciones y dolores angustiosos, en particular en niños, ancianos, mujeres y familias, todos nos sentimos llamados a colaborar y ayudar con ese millón largo de personas que han tenido que dejar su ciudad o su pueblo, su patria, sus casas, todo, y huir a otros países que los acojan y les den cobijo y calor de hogar.
La diócesis de Valencia ya ha puesto al servicio de estos hermanos despojados y desterrados más de 60 espacios-hogares para familias con niños, incluido colegios, en la ciudad de Alcoy, en una residencia de un colegio cedido por religiosas Hijas de la caridad; otro, más de sesenta plazas en las mismas condiciones en un monasterio cedido recientemente a la diócesis por las Madres Dominicas en Torrente; otro, en torno a 50 plazas en Náquera, además de que son varias las parroquias que abren sus puertas a esos hermanos; al mismo tiempo, la diócesis valenciana ha dispuesto que el tercer domingo de Cuaresma se haga una colecta extraordinaria de los fieles para enviar lo recaudado, en metálico para Ucrania a través de Cáritas. Las plazas ofrecidas, se encargarán también de proporcionar alimento, ropa, abrigo y, en la medida de lo posible, trabajo, papeles, etc. Se trabajará con Cáritas diocesana y habrá una Comisión coordinadora de todo esto que se coordine con los servicios gubernamentales de acogida de estos hermanos nuestros refugiados.
Trabajar por la paz es inseparable de la caridad y la Iglesia no puede ni quiere ni debe quedarse atrás.
Antonio Cañizares Llovera es cardenal y arzobispo de Valencia
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