Política
Un drama insoportable
Este éxodo migratorio de ucranianos doblará al de la guerra de los Balcanes
En España la pandemia se ha gripalizado definitivamente; Castilla y León anuncia un gobierno de coalición con VOX; Ayuso contraataca, anunciando que llevará a la Fiscalía 12 contratos de mascarillas por 326 millones, adjudicados durante la pandemia por el Gobierno central; Sánchez culpa a Putin y solo a Putin de la subida del precio de la luz y la energía desde el verano, ante el estupor de la oposición en el Congreso. Cualquiera de estas noticias merecerían un comentario extenso pero, lamentablemente, si las comparas con una guerra que en cualquier momento puede convertirse en mundial, todo lo demás parece irrelevante.
Es cierto que, en estos últimos 15 días, los españoles notamos especialmente los efectos del conflicto bélico al repostar, al ir al supermercado, al asomarnos a la última factura de la luz…Y esto no ha hecho más que empezar. Lo saben bien las flotas pesqueras, los agricultores y ganaderos, los transportistas, las fábricas que empiezan a parar su actividad, alarmados. También esos negocios a los que les resulta inviable pagar un recibo de más de 3.000 euros en enero. ¿Cómo afrontar la de febrero, la de los próximos meses?
Josep Borrell nos recomendó esta semana bajar la calefacción, cortar el gas en casa, «así los europeos dependeremos menos del gas ruso». Se trataría, en todo caso, de una protesta más simbólica que efectiva. Lo mismo que lo es toda esa ayuda humanitaria que, de buena fe, llevas a la ONG que sabes que viajará a la frontera ucraniana. Son granitos de arena, sí, aunque sepamos que ni la Unión Europea ni la OTAN pueden permitirse el lujo de intervenir «de facto», junto a Ucrania, para parar al ejército ruso, conscientes del peligro nuclear que eso supondría. Ni siquiera actuarán si a Putin se le ocurre emplear armas químicas con el pueblo ucraniano. Lo máximo a lo que pueden aspirar es a sancionar, a aislar, a condenar. ¿Qué hacer entonces para acabar con el afán expansionista de un psicópata decidido a cometer atrocidades? Occidente tiene un enorme problema y sólo China, aliada tradicional de Rusia, puede frenar –si quiere– esta peligrosa escalada.
Mientras tanto, seguiremos asistiendo a la brutalidad de la invasión, a la inminente toma de la capital ucraniana, a más imágenes que nos revolverán el estómago, de fosas comunes, de hospitales arrasados, de niños heridos. Al menos 18 centros sanitarios han sido ya atacados en Ucrania, según Naciones Unidas. Seguiremos siendo testigos de historias insoportables en ciudades que llevan ya varios días sin agua, ni comida, ni electricidad, y cuya estampa nos devuelve a los episodios más cruentos del siglo XX.
Solo que esta vez, este éxodo migratorio de ucranianos doblará al de la guerra de los Balcanes. Al otro lado, los ciudadanos rusos, que son las otras víctimas del criminal, se comen su último Big Mac.
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