España vaciada

Evitar el entierro de la España rural

Necesitamos avivar la España más profunda y tradicional, la rural, nuestra España, la de todos

Para que no sea ésta la crónica de una muerte anunciada, el domingo 20 de marzo la España que se vacía está llamada a llenar Madrid. El futuro de la agricultura, la ganadería, la caza… se encuentra seriamente amenazado por la discriminación que sufre el medio rural en la agenda de un Gobierno como de otro mundo, paralelo y distópico, ajeno a la realidad que se avecina entre cantos de sirena y falsas promesas.

Porque si la ciudad vive de lo que proporciona el campo, el campo está muriéndose, o acaso quizás lo estén matando a golpe de desprecios e injustos señalamientos en un BOE ideologizado para el mal de muchos y bien de sólo unos pocos.

Dicen que en España se entierra bien. Pero no queremos asistir a un funeral sino a la resurrección de nuestro medio rural. Por eso agricultores, ganaderos, cazadores… Ciudadanos de pueblos y aldeas de todo el país recorreremos las principales calles de Madrid para sembrar el asfalto, conservar las raíces de nuestras más hondas tradiciones y, en definitiva, regar y cultivar la España rural, que ojalá florezca y deje de marchitar.

Mientras tanto, el sector primario, tan básico y necesario, agoniza. A la asfixia que provocan los desequilibrios entre los costes de producción y los precios de venta ha venido a sumarse una tensión inflacionista que podría suponer la puntilla para cientos de miles de agricultores y ganaderos, quienes desgraciadamente ya están sufriendo en sus bolsillos las consecuencias de la guerra en Ucrania: empezando por la escalada del petróleo y terminando por el encarecimiento –a veces inasumible– de la manutención para los animales; por no hablar del alza de la luz, que no deja de batir récords y de protagonizar las pesadillas de –sobre todo– los agricultores de regadío: un sector fundamental para garantizar la producción de alimentos, luchar contra el cambio climático y evitar la total despoblación de la España rural.

Sin embargo, pese a su importancia, el regadío en España se encuentra alarmantemente asediado por culpa de un Gobierno que contamina el agua desde un punto de vista político. Frente a ello, Fenacore –que representa a más de 700.000 agricultores de regadío– irá de la mano de las principales asociaciones agrarias para devolver al agua el protagonismo que merece en la agenda del Ejecutivo.

En concreto, pediremos adaptar los planes hidrológicos al futuro para asegurar el agua para el riego, con más inversiones para modernizaciones de regadío, advirtiendo de que la planificación hidrológica está desenfocada al anteponer el extremismo ecologista a la satisfacción de las demandas.

Además, pediremos abaratar las tarifas eléctricas –que podrían provocar un cortocircuito en buena parte del mundo rural–, defenderemos un tipo de IVA reducido para suministros de riego e insistiremos en la aplicación de la doble potencia en el sector agrario, lo que –en suma– según nuestros cálculos podría abaratar la factura en torno a un 30%.

Porque si los regantes aún no podemos disfrutar de la doble potencia es por la inacción del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), a quien incumbe el desarrollo reglamentario de esta disposición, que ya se incluyó en la Ley de la sequía de 2018 y en la enmienda aprobada en el marco de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado de 2021. Y por ello, las protestas del 20M también se extenderán al MITECO y no se focalizarán exclusivamente en Agricultura.

Asimismo, reiteraremos la urgencia de retomar las inversiones en obras hidráulicas de regulación para reforzar la lucha contra el cambio climático y mitigar algunos de sus efectos, como las inundaciones y las sequías, que en los últimos 50 años han provocado la muerte de 650.000 personas en el mundo y a tenor de las proyecciones cada vez serán más frecuentes en países con climas áridos y semiáridos como el nuestro, donde este año agravarán aún más las pérdidas millonarias que sufrirá el campo.

No obstante, el Gobierno ha ejecutado apenas dos de cada diez euros de la inversión prevista en los anteriores planes hidrológicos, constituyendo este agujero la causa principal de que casi un millón de hectáreas continúen pendientes de modernizar y de que un porcentaje elevado de las obras de regulación y de infraestructuras hidráulicas de interés general no se hayan realizado, pese a recogerse en los sucesivos planes y resultar determinantes para adaptar la agricultura al siglo XXI y poder producir más alimentos usando menos agua y energía.

En definitiva, y en líneas más generales, nos manifestaremos para protestar contra el desprestigio de la España rural: todo un escollo para el logro de los principales desafíos económicos, demográficos, sociales y medioambientales.

Porque si no queremos más crónicas de una muerte anunciada, necesitamos avivar la España más profunda y tradicional, la rural, nuestra España, la de todos.