Economía
Guerra, políticos, y usted, señora
Si no hay mercados libres, es decir, si se produce el cierre de las economías, entonces sí que la economía está realmente controlada por los poderosos
En 1776, Adam Smith señaló un aspecto del intervencionismo que no siempre es apreciado: «¡Así son de desgraciados los efectos de todas las reglamentaciones del sistema mercantil! No sólo introducen desórdenes muy peligrosos en el estado del cuerpo político, sino que son desórdenes con frecuencia difíciles de remediar sin ocasionar, al menos durante un tiempo, desórdenes todavía mayores» –La Riqueza de las Naciones, Alianza Editorial, página 596.
Conviene que lo recordemos hoy, cuando nos aseguran que la guerra y los problemas económicos tan a menudo causados o agravados por los intervencionistas de todos los partidos se irán resolviendo con aún más intervencionismo.
Lo recordé leyendo a la economista Ann Pettifor en «El País». Rebosante de corrección política, doña Ann defiende el impago de la deuda de los países pobres, un «green new deal» con más regulaciones, impuestos y gastos ante el cambio climático, critica la «austeridad» (la del poder político, se entiende), cree que la inflación no depende de la política monetaria sino de «los tapones en la cadena de suministro», y lamenta que haya «operado un tipo de política fiscal muy ideológica», lo que naturalmente significa una ideología distinta de la suya.
La guerra permite ilustrar con nitidez cuál es su ideología, porque resulta que las sanciones contra Rusia demuestran que el control de los flujos de capitales es posible a escala internacional: «Solo hace falta voluntad política. Hemos visto claramente cómo, de la noche a la mañana, se cerraba una economía como la rusa. Los ciudadanos se han dado cuenta de que era posible hacerlo. Para mí es un regocijo, y confío en que nuestros políticos comprendan al fin que no puedes permitir que sean los mercados los que controlen la economía».
Pero es que ningún mercado controla la economía, porque en competencia son los ciudadanos con su libertad y su dinero los que deciden el itinerario y el desenlace de la producción y la distribución.
Si no hay mercados libres, es decir, si se produce el cierre de las economías que tanto regocijo suscita a doña Ann Pettifor, entonces sí que la economía está realmente controlada por los poderosos. De esta manera, cuando los epígonos de dicho intervencionismo nos aseguran que ansían «que las medidas contra Rusia refuercen a los políticos frente a los mercados», están hablando de la fuerza del poder contra usted, señora.
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