Opinión
¿Suerte?
Pedro Sánchez es un misterio, un mensaje encriptado del que sólo conocemos sus resultados. Pirómano por convicciones y de natural bocazas, deja con los ojos como platos a los sociólogos y politólogos que se derriten los sesos para intentar entender las causas de su éxito. Que nos es otro que seguir en el poder con buena salud política pese a todos los errores que ha cometido desde su llegada a la presidencia del Gobierno, el último con Marruecos como protagonista y con le congreso como convidado de piedra. Sus socios de investidura no se lo pusieron fácil, tampoco los que le acompañan ahora en una coalición deshecha donde los ministros conspiran y recelan los unos de los otros. Es decir, su soledad de tintes autoritarios se consolida sin afectarle a su ego.
Para colmo, su mala sombra le coloca entre los líderes mundiales peor valorados en la gestión de la guerra de Ucrania, ¡le gana sólo a Putin y al presidente chino! Ya hay que ser malo, pero malo, para quedarse a ese nivel, aunque aún más raro es que con los bolsillos extenuados de la gente, el precio de la luz por las nubes y los transportistas secuestrando el consumo, el PSOE mantenga sus buenas previsiones electorales y se mantenga a la cabeza en todos los sondeos publicados recientemente. Nadie se lo explica, la verdad, aunque en la raíz de este éxito viene abonada por la ausencia de oposición real. ¿Existe?, lamentablemente no, porque Ciudadanos ya es un cadáver, Vox un partido dedicado a la agitación y el PP trata de encontrar su centro de gravedad estos días en Sevilla, como única alternativa real a cambiar a Sánchez por Feijóo. Algo nada fácil tras la «guerra civil» de hace unas semanas, donde saltaron costuras y se abrieron heridas casi irreconciliables. Mucho de lo que pase este fin de semana en la capital andaluza será crucial para el futuro cercano del PP, mejor dicho, para el de nuestro país.
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