Partido Popular

Feijóo. La madurez del PP

Esta «política de adultos» se dispone a huir de la crispación, el sobresalto y la imprevisibilidad que han caracterizado la política española en estos años

En tiempos de Rajoy se articuló una renovación del Partido Popular, encabezada por Soraya Saénz de Santamaría, que fracasó entonces porque representaba la continuidad con unas políticas que no habían sabido afrontar los problemas que España padecía después de la crisis de 2008. Vino entonces una renovación juvenil, como juvenil ha sido la política española desde la Transición, a excepción de los mandatos de Rajoy. El juvenilismo acaba de dejar paso a una nueva etapa que vuelve a la renovación primigenia, incluidos ciertos nombres de aquellos años que a algunos votantes les parecen salidos del baúl de los recuerdos. Sea lo que sea, se cierra un paréntesis, o experimento fallido, y la renovación reanuda la continuidad rota, algo que sin duda gusta a su protagonista, que aúna así tradición y novedad. Política de adultos, es la expresión más cursada para hacer referencia a la nueva etapa.

Esta «política de adultos» se dispone a huir de la crispación, el sobresalto y la imprevisibilidad que han caracterizado la política española en estos años. Superados estos inconvenientes en el PP, se trata ahora de convencer a la opinión pública que es posible superarlos en la política estatal. No sabemos si Feijóo piensa que un perfecto outsider como Sánchez se puede reconvertir en un socialdemócrata europeo. Da igual, en cualquier caso. Basta con fingir que sí para serenar la atmósfera pública y calmar la ansiedad generalizada. Ya –es decir, pronto– llegará la hora de elaborar pactos concretos sobre asuntos estratégicos. Así quedará demostrada la recobrada madurez y moderación del Partido Popular, y abierta una vía a la mejora práctica de la vida de los españoles.

El proyecto se basa en dos consideraciones. Una de ellas es que aunque el sanchismo resulte imposible de rescatar, existe en el socialismo español un depósito, por el momento oculto, de sensatez. Ante el previsible escaso éxito de Sánchez en las próximos procesos lectorales, la propia actitud del Partido Popular contribuirá a reforzar un socialismo renovado, al igual que el PP ha dejado atrás la etapa turbulenta de Casado y sus inmaduros compañeros.

La otra consideración sobre la que se asentaría el proyecto de Feijóo da por supuesto que la crisis política y económica actual se puede solventar dentro de los parámetros que rigen en el Estado español actual. Desde esta perspectiva, la presencia de VOX puede llegar incluso a resultar útil, al encarnar, como a la izquierda lo hace Podemos (y el sanchismo, aunque esto último no se llegue a formular), tendencias extremas que representan esa situación de tensión y crispación que este PP salido del kindergarten ha demostrado que se puede superar. Con una máxima economía de medios, algo que a Feijóo evidentemente le gusta, se lograría que el PP recuperara su naturaleza centrista y restaurar al mismo tiempo el marco general de convivencia perdida. Feijóo propondría así, sin necesidad de fijar un programa de pactos, una renovación a fondo de la política española. Una vez realizada esta renovación, Feijóo podría proponer algunas de las reformas que necesita la estructura del Estado. Seguro que el líder gallego no se ha olvidado de Clío, la musa de la Historia, que requiere gente ambiciosa, capaz de pensar estratégicamente, pragmática y, sin la menor duda, implacable.