Hacienda

«Hechos probados»

El problema al que nos enfrentamos, y que ilustra este documental, trasciende las ideologías y las teoría económicas y presupuestarias: es nada menos que la violación del Estado de Derecho

El documental «Hechos probados», de Alejo Moreno, cuenta el acoso al que sometió Hacienda a Agapito García Sánchez (puede verse aquí).

Don Agapito lleva años defendiéndose contra la Agencia Tributaria, y, pese a no haber sido condenado por delito fiscal, sigue siendo «el mayor moroso», como lo han llamado los medios de comunicación.

Alejo Moreno empieza su documental con «El proceso» de Kafka, porque ese es el centro de su denuncia. No está en contra de los impuestos, como tampoco lo está el propio Agapito, sino contra el abuso flagrante del Estado sobre los ciudadanos.

Tampoco rechazaron los impuestos la treintena de catedráticos de Hacienda que en 2018 firmaron la Declaración de Granada. No es una proclama liberal sino una queja ante la inseguridad jurídica del ciudadano frente a un Estado que debería proteger sus derechos, pero que, como señalaron dichos profesores, algunos de los cuales aparecen en el documental, lo somete a un «desvalimiento de la Ley» porque «se ha ido consolidando la primacía del poder ejecutivo frente al legislativo», lo que reduce al ciudadano a la condición de súbdito y que desemboca en «un ordenamiento pro fisco que, en no pocas ocasiones, nada tiene que ver con el que demanda el interés público» –cf. CRB, M. Blanco y L.D. Ávila, «Hacienda somos todos, cariño», Deusto, 2021, págs. 146-147.

En realidad, el problema al que nos enfrentamos, y que ilustra este documental, trasciende las ideologías y las teoría económicas y presupuestarias: es nada menos que la violación del Estado de Derecho. Se trata de una enorme brecha que separa una todopoderosa Administración y un ciudadano desarmado y privado de su defensa fundamental en una sociedad libre: la presunción de inocencia. Al contrario, esa presunción se le supone al poder político.

Es triste el papel de tantos medios, siempre vigilantes en contra de las desigualdades, pero que no denuncian la desigualdad entre el poder y la gente. Al contrario, suelen aplaudirla, recomendando que suban los impuestos, porque, como otros Estados de Europa castigan aún más a sus súbditos, entonces España debe imitarlos. Eso sí, se quedan encantados repitiendo la vieja gansada del juez Holmes: «los impuestos son el precio que pagamos por la civilización», cuando ni son un precio ni los pagamos «a cambio» de nada, porque son, como su nombre lo indica, obligatorios.