Opinión

Jueves Santo contra la vida

Hoy es Jueves Santo, fecha marcada con trazo rojo en el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, y día con el que comienza el Triduo Pascual que culminará el Domingo de Resurrección conmemorando el triunfo del Señor, resucitado del sepulcro. La liturgia de la «Misa de la Cena del Señor» actualiza y hace presente aquella Última Cena compartida con sus discípulos, anticipando en un día la celebración de la Pascua judía para instaurar la nueva Pascua cristiana, pasando del Sabbat judío al Domingo como la del día del Señor.

En España vivimos estos días con particular unción por esa singularísima tradición procesional que en algunas regiones resulta indisociable de su realidad cultural e histórica. Unidas en la devoción, en Zamora y Valladolid, Málaga y Sevilla, se puede ver representada la idiosincrasia de pueblos que comparten creencias y sentimientos para exteriorizarlos desde el silencio y sobriedad castellanos o desde la emoción desgarradora de la saeta andaluza.

Con su Pasión, Muerte y Resurrección gloriosa, Jesucristo encarna el triunfo de la vida sobre la muerte; por ello resulta particularmente lamentable, triste, e incluso ofensivo para las creencias y sentimientos de gran parte de los ciudadanos españoles, que precisamente se haya elegido el día de hoy –Jueves Santo– para la entrada en vigor de la ley que penaliza a quienes pacíficamente expresan frente a los abortorios su rechazo a esa práctica contra la vida. Que sea considerado acoso y delito el rezar frente a los centros donde se negocia con la destrucción de la vida incipiente en el seno de una mujer, que ya es madre, es una prueba indeleble de la decadencia moral de una sociedad. Una mujer a la que, por lo demás, se la abandona cual si fuera una mercancía ya usada, cuando en el acreditado síndrome post aborto precisa de una especial ayuda y apoyo.

Mediante el eufemismo del «derecho a la salud sexual y reproductiva de la mujer» se esconde un proyecto político e ideológico globalista que promovido por la ONU y la OMS tiene por objetivo la reducción de la población mundial. Se vale de regulaciones legales que los gobiernos afines y sumisos a esos planteamientos van incorporando, y de cuantiosas subvenciones a ONG creadas a tal fin, entre las que destaca Planned Parenhoud, fundada por el padre del «mecenas» proaborto Bill Gates. Frente a ella, se encuentra por ejemplo, la iniciativa mundial nacida en 2004, «Cuarenta días por la vida», que la defiende mediante la oración y el ayuno durante el mismo número de días de la Cuaresma y las cuarentenas. También delante de los abortorios, aunque ahora les amenacen con la cárcel.