España
Curro es una antigüedad
Sevilla fue un claro ejemplo de la España del pelotazo, ésa en la que unos pocos hicieron negocio
Recuerdo aquel día mejor que algunos años enteros de mi vida. Lo visualizo como un episodio irrepetible, como una veta de nostalgia feliz y luminosa del pasado. Aquel episodio reunió a mi familia al completo, incluyendo a la abuela Teresa, a los tíos, a los primos. Fue la mejor excursión posible al mayor parque de atracciones. En varios coches, viajamos desde nuestro pueblo de la costa a la capital de todas las provincias, completamente restaurada y engalanada para el acontecimiento. Hacía un calor insoportable, pero ya estábamos preparados mentalmente. La ilusión colectiva superaba el sopor de aquellos 45 grados y las horas de espera que pasamos junto a las multitudes, haciendo colas kilométricas. ¿Qué puedes esperar de Sevilla en agosto? Y, sin embargo, la Expo mereció la pena. Gentes de todo el mundo, Comunidades Autónomas hermanadas, ventanas a países exóticos y remotos, pabellones espectaculares, unos más que otros, convivían en un recinto inmenso salpicado de fuentes, para que el visitante no desfalleciera. Las primeras imágenes en 3D y los primeros buses ecológicos se mostraron allí.
Nos estoy viendo nítidamente, comiendo bocatas mientras corríamos, bañándonos entre las fuentes hasta que asistimos, ya de noche, al espectáculo final de los colores. Sentimos que Sevilla era centro del Universo, la ciudad de las posibilidades. Con su AVE recién estrenado, arrancaba la España del futuro.
Treinta años han pasado desde aquel sueño que se desdibujó a los pocos meses de acabar la Expo. Parece mentira, el Curro se vende ya como una antigüedad. Sevilla tiene tres de los cinco barrios con la menor renta per cápita del país. El desplome que sufrió la Cartuja tras la muestra internacional fue antológico, hasta que hace unos años se construyó allí un Parque Tecnológico, con 426 empresas. Los terrenos que albergaron la Expo sufren un déficit de infraestructuras, hay muy pocas líneas de autobús que los enlace con la ciudad, el mantenimiento de la isla deja bastante que desear y su estación de tren apenas se utiliza.
Sevilla fue un claro ejemplo de la España del pelotazo, ésa en la que unos pocos hicieron negocio. Ahora que nos estamos recuperando lentamente de una pandemia desastrosa, empiezan a emerger casos de comisionistas de contratos sanitarios que pueden ser perfectamente legales -veremos qué dice la justicia- aunque no ejemplares. ¿Qué pensaremos, dentro de treinta años, de esta etapa bajo la sombra del coronavirus? ¿Cómo nos juzgaremos? Mejor no nos confiemos aún. Mira el caso de Asturias, que da marcha atrás y, ante el repunte de ingresos por coronavirus, se convierte en la primera Comunidad que, a las puertas del calor, aconseja a su población que mantenga las mascarillas en los espacios interiores. La mayoría de los expertos son de la misma opinión. Cuando Margarita del Val aconseja prudencia y augura una nueva ola de COVID en Navidad, échate a temblar.
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