Guerra en Ucrania
Armisticio en Ucrania
No hay una solución clara para lograr la paz en Ucrania que evite se convierta en un antecedente de futuras agresiones en Europa
La atención pública está centrada en quién gana o pierde en la guerra desencadenada por la invasión rusa de Ucrania. Pero tendríamos también que empezar a reflexionar sobre cómo podríamos parar esta tragedia y qué consecuencias tendría para todos nosotros –ucranianos, rusos y aliados de la OTAN – los términos de un posible acuerdo de paz. Cómo pudiera ser el armisticio entre ucranianos y rusos y de qué manera nos afectaría a los aliados las posteriores acciones del Sr. Putin, pues esta guerra va a tener consecuencias sobre la estabilidad de toda Europa. Históricamente, los términos de los acuerdos de paz vienen directamente influidos por el estado de las hostilidades. Por quién va ganando o perdiendo. Así que mientras se este combatiendo en suelo ucraniano, no es posible precisar los términos exactos de dicho acuerdo. Pero en cambio si podemos suponer el marco dentro del cual se podrá alcanzar.
El objetivo final ucraniano en esta contienda esta claro: recuperar la integridad de todo su territorio, incluido Crimea y el Donbas. En cambio, los objetivos de Putin han ido variando conforme las vicisitudes de los combates han demostrado una mayor eficacia del ejercito ucraniano y el correspondiente desorden logístico, táctico y estratégico del bando ruso. Pero pese a la ayuda occidental en armas e inteligencia, la superioridad numérica rusa esta siempre amenazadoramente presente. De las ultimas declaraciones del Sr. Putin –que siempre debemos tomar con una cierta dosis de escepticismo– parece desprenderse que se «conformaría» con ocupar el Donbas, reteniendo en todo caso Crimea. Y naturalmente, exigiendo el levantamiento de las sanciones económicas mas fuertes. Por ultimo, el objetivo conjunto de OTAN y UE es evitar que el precedente de la invasión de Ucrania –sin olvidar Georgia y Moldavia– se pueda repetir con otra nación europea.
Si aceptamos como ciertos estos objetivos de las tres partes vitalmente interesadas en el conflicto, podremos determinar dos opciones básicas en que basar un posible armisticio. Estas dos opciones marcan, a mi juicio, los dos extremos entre los que podría discurrir el acuerdo de paz; que se inclinará más o menos hacia un lado en función de cómo vaya la guerra en el momento que se decida firmarlo.
La primera alternativa, que pudiéramos denominar como legalista, consistiría en que OTAN/UE ayudemos a Ucrania a recuperar la totalidad de su territorio perdido, incluido el Donbas y Crimea, para a continuación firmar la paz. De lograrse este objetivo, la continuidad del Sr. Putin estaría cuestionada, por lo que es peligrosa a la vista de la conducta pasada del individuo y por la incertidumbre sobre quien podría sucederle. Los antecedentes históricos de Crimea tampoco ayudan a lograr el apoyo internacional de las naciones no involucradas. Esta alternativa se basaría en la legalidad emanente de la Carta de NU sobre no alterar las fronteras por el uso de la fuerza, aunque cabe preguntarse que vigencia tiene esta legalidad cuando parte de una organización en la que uno de sus cinco garantes –los miembros permanentes del Consejo de Seguridad– es precisamente el agresor.
La segunda alternativa no se apoya en las NU sino que mas bien trata de seguir líneas geopolíticas. Consistiría en buscar un acuerdo con Rusia sobre el Donbas que conceda autonomía a estas dos regiones dentro de la unidad constitucional ucraniana, otorgándoles voz sobre la neutralidad del Estado. Es decir, estaría basada en los acuerdos de Minsk, pero no dejándolos tan abiertos como fueron los antecedentes. Para evitar la apariencia de cesión occidental unilateral ante la agresión rusa, debería buscarse un tratado paralelo sobre Bielorrusia que asegurase la neutralidad paralela de esta nación. Los antecedentes históricos de Crimea, base durante largos años de la Flota rusa y soviética, harían conveniente –dentro de esta alternativa– intentar llegar a un acuerdo que manteniendo la soberanía formal ucraniana sobre el territorio, concediese ciertas funciones administrativas a Rusia. Esta segunda alternativa es evidentemente mas dura de aceptar por Ucrania y de intentarse exigiría presionar considerablemente al gobierno de una Nación que ha sufrido mucho con la presente invasión. También la OTAN/UE tendría que efectuar una seria reflexión sobre si este acuerdo –que mantendría probablemente al Sr. Putin en su puesto– dificultaría o favorecería otras invasiones en suelo europeo.
No hay pues una solución clara para lograr la paz en Ucrania que evite se convierta en un antecedente de futuras agresiones en Europa. Aquí solo he intentado marcar los dos extremos entre los que debería buscarse el arreglo. La decisión será muy difícil pero va llegando el momento de empezar a pensar en todo este proceso. La historia reciente norteamericana demuestra que, manteniendo siempre el ideal de fomentar las libertades individuales, sus intervenciones en el extranjero han acabado con un pragmatismo mas geopolítico que legalista; la salida de Afganistán es el ultimo ejemplo. Ahora que la administración Biden busca el acuerdo de OTAN/UE para afrontar la grave crisis ocasionada por la ultima agresión de Putin sobre Ucrania, es quizás la hora de ampliar las opciones y rentabilizar nuestro apoyo. Europa se juega mucho en Ucrania.
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