Luis Rubiales

Canela fina | La dimisión de Rubiales y Piqué

«La limpieza del fútbol español exige la inmediata dimisión de Rubiales y Piqué, que es probable no se produzca»

El fútbol es demasiado importante en el conjunto de la vida nacional para que no produzca inquietud verlo sometido a escándalos que rozan el compadreo y la corrupción.

Sociológicamente el deporte rey penetra en la entraña de la sociedad española y no se pueden dejar dudas sobre su limpieza ni en los arbitrajes ni en la organización de los torneos ni en la administración federativa.

No voy a penetrar la selva de las relaciones entre un evanescente presidente de la Federación Española de Fútbol y un extraordinario jugador, campeón del mundo, metido a empresario. A todos nos pareció absurdo trasladar la Supercopa española a un país árabe, sustrayendo a los aficionados españoles un partido de máximo interés deportivo. Muchos pensaron que se trataba de un enjuague de Luis Rubiales y Gerardo Piqué.

Algo olía a podrido desde el primer momento. Que un presidente cuyo sueldo es variable en relación con los beneficios de la Federación, urdiera sacar de España una competición de alto interés deportivo, con la intervención de un jugador que, por añadidura, obtenía ventajas en favor de un club menor de él dependiente, multiplicó las suspicacias de los medios de comunicación.

José María Olmo y El Confidencial se han apuntado un gran éxito periodístico al desvelar la trama interna de la operación. Si fuera necesario, por supuesto, serán los jueces los que se pronuncien sobre lo que ha ocurrido.

Importante es, en todo caso, que se limpie ya la fachada futbolística manchada por las sospechas y se acentúe la trasparencia que el deporte exige. Las dimisiones de los dos protagonistas del monumental escándalo, Rubiales y Piqué, parecen obligadas.

La investigación a fondo de lo ocurrido deberá dejar las cosas claras. Pero, les asista o no la legalidad a los dos protagonistas, a la mayor parte de los aficionados les gustaría que la dimisión de ambos despejara las sospechas que hoy emponzoñan nuestro fútbol.

No se puede perpetrar un enjuague como el que se ha descubierto y que, sea legal o ilegal, no termine con el apartamiento de los dos personajes que lo han protagonizado. El insufrible aire displicente de Luis Rubiales y las componendas de Gerard Piqué deben desparecer cuanto antes de la vida futbolística española.

Luis María Anson, de la Real Academia Española