Vladímir Putin

Canela fina | El templo de Jano abierto en Ucrania

«En la guerra atroz, desencadenada por el líder ruso, ambos contendientes –Putin y Zelenski– mienten como putos»

A lo largo de mi dilatada vida profesional fui corresponsal de guerra en reiteradas ocasiones. No las olvido. Hice siete veces la guerra de Vietnam, dos la de Camboya, dos la de Israel y una la del Congo. Entonces no había tribu ni facilidades de comunicación. Eran pocos los periódicos europeos con dinero suficiente para mantener las corresponsalías de guerra y nos conocíamos todos o casi todos. Tuve la suerte de ganar el Premio Mariano de Cavia con una crónica para el ABC verdadero, escrita sentado sobre un barril de dinamita en un C-130 en vuelo desde Stanleyville a Leopoldville en 1964, hace casi sesenta años.

Mi experiencia como corresponsal de guerra me hizo aprender que los contendientes mienten como putos. Las verdades proclamadas de forma oficial por cada una de las partes son casi siempre una patraña y resulta necesario zafarse de los embustes si se quiere acertar sobre lo que está pasando. Por eso leo, escucho y veo las noticias que se difunden sobre la guerra en Ucrania con escepticismo. «Lo asombroso de esta empresa infernal de la guerra –escribió Voltaire– es que cada jefe de asesinos hace bendecir su bandera e invoca solemnemente a su dios antes de correr a exterminar a su prójimo».

Lo que parece claro es que Zelenski le ha ganado el relato a Putin en el conjunto del mundo occidental, aunque el eco en la India y, sobre todo, en China haya sido menor. El líder ucraniano, que es un actor, ha sabido interpretar certeramente su papel y hoy está respaldado por las naciones de la Europa occidental y también por los Estados Unidos de América, aunque la política de Biden se enturbie sumida en desconcertantes oscuridades.

Numa, el rey sabio de la Roma clásica, construyó el tempo de Jano. Lo mantenía abierto en tiempos de guerra y lo cerraba cuando se hacía la paz. Las atrocidades que el Putin agresor está cometiendo en Ucrania y la respuesta feroz de Zelenski mantienen abiertos de par en par los portones del templo de Jano en esa tremenda contienda, «sangrienta perdición, yugo tirano, guerra cruel, origen y osadía de la injusta, terrible tiranía».

Luis María Anson, de la Real Academia Española