Opinión
El negocio de la cultura de la muerte
San Juan Pablo II acuñó la expresión «cultura de la muerte» para definir a la que crecientemente se está imponiendo como propia de nuestro tiempo, promotora y defensora del aborto de los niños engendrados y todavía no nacidos como un derecho de la mujer, y de la eutanasia de los mayores, que ya no son rentables para los amos de este mundo, por lo que se les elimina haciéndoles creer que es un derecho poder elegir cuándo quieren que se les mate.
La «cultura de la muerte» define magistralmente y sin eufemismos la realidad de unos valores y principios que construye una sociedad a favor de la muerte y en contra de la vida. Tras ella se esconde además el gigantesco negocio de la muerte, que traficando con los restos de esos fetos abortados, procura pingües beneficios para la industria, desde la cosmética hasta la alimentaria. También es importante recordar que detrás de Planned Parenhood como principal multinacional del aborto, existen intereses económicos que en el mundo mueven miles de millones de euros y dólares.
En este sentido, recientemente conocíamos que el gigante de las compras online Amazon cubrirá hasta 4.000 dólares anuales en gastos de viaje para sus trabajadoras que necesiten un aborto y tengan que cambiar de Estado para realizárselo, tras la interesada filtración del borrador de una sentencia de la Corte Suprema que dejaría sin efecto la famosa sentencia de 1973 «Roe vs Wade». Si esto sucediera, el aborto dejaría de ser un derecho amparado por la Constitución para pasar a estar regulado por las legislaturas estatales. Por ello, los demócratas han promovido una iniciativa legislativa para blindar que el aborto siga siendo un derecho constitucional, que han perdido en la primera votación en la Cámara presidida por la Vicepresidenta Kamala Harris, reconocida probortista.
Como vemos, el debate sobre el aborto se ha abierto en canal en Estados Unidos, mientras quedan pocas dudas de quiénes estarían detrás de esa excepcional filtración, una vez comprobadas las reacciones producidas en el campo de los proabortistas, con violentas manifestaciones y amenazas dirigidas contra la Iglesia Católica y los defensores de la vida.
A España también ha llegado el eco de esa previsible histórica decisión, y el Ministerio de Igualdad ya anticipa una regulación del aborto que no pueda quedar afectada por el anunciado próximo fallo del TC –¡tras 11 años de espera! –. Entre otras cosas, restablecería el derecho a abortar de las jóvenes de 16 y 17 años sin consentimiento de sus padres. Como vemos, el negocio de la muerte es muy querido por la progresía a ambos lados del Atlántico.
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