Rusia

Agujeros negros

La semana que viene llega el Emir de Qatar con su séquito y, sobre todo, con nuevos contratos de gas natural bajo el brazo. Se le impondrá el collar de Isabel la Católica y lo que haga falta

Por fin conocemos el aspecto de Sagitario A*, el agujero negro «supermasivo» del centro de la Vía Láctea. «No sabemos lo que sucede ahí dentro, ni lo que hay, pero intuimos que la materia alcanza un estado en el que pierde su naturaleza, tal y como la conocemos», explican los científicos. No hay de qué preocuparse: cuando el Universo sea engullido por uno de esos Sagitarios A*, tú y yo no estaremos ahí para verlo. Y en todo caso, puede que hayamos acabado mucho antes los unos con los otros.

Vete a saber en qué acabará el agujero incierto de la guerra en la que estamos envueltos. Ahora que Finlandia y, en breve, Suecia, pretenden solicitar su adhesión a la OTAN, Rusia vuelve a lanzarnos la amenaza de una guerra nuclear, a la par que decide cortar uno de sus gasoductos de gas a Europa. La cosa no pinta bien. ¿Estamos preparados para prescindir completamente del gas ruso? Es la gran pregunta que tiene que plantearse con urgencia nuestro continente, porque ese recurso es el principal arma de Rusia.

Esta semana, el consejero delegado de Repsol, Josu Jon Imaz, fue tajante al respecto. Avisó de que toda la sociedad tendrá que hacer un esfuerzo el próximo invierno porque, hoy por hoy, prácticamente el 40% del gas que consume Europa procede de Rusia. Preparémonos, por tanto, para racionamientos o planes de solidaridad entre países de la Unión. Es cierto que España se encuentra mucho mejor posicionada en este aspecto que Alemania: dependemos menos del gas ruso y, desde abril, los dos gasoductos que cruzan los Pirineos hasta Francia están funcionando al máximo de su capacidad, nos estamos convirtiendo en un «hub energético» para Europa. Problema: nuestro socio argelino se nos tambalea, ahora que el Gobierno de Sánchez ha virado su política internacional a favor de Marruecos. En este contexto, resulta muy interesante la visita que nos hará la semana que viene el Emir de Qatar con su séquito y, sobre todo, con nuevos contratos de gas natural bajo el brazo. Se le impondrá el collar de Isabel la Católica y lo que haga falta, imagino, con tal de llegar a un acuerdo con este pequeño país en plena bonanza, tan crucial para los europeos.

Me pregunto qué pensará de esto en particular y de todo, en general, la ya cesada Paz Esteban. Tras unas semanas aciagas, tras su polémico relevo en el CNI, tras atribuirle Pedro Sánchez a ella el fallo de seguridad que permitió que parte del Gobierno fuera espiado con el programa Pegasus... ¿Qué habrá sentido al escuchar a la ministra Robles proclamar, en una misma frase, que habrá continuidad en el CNI pero que todo cambiará? Paz Esteban, gracias por una vida entera dedicada a protegernos de los agujeros negros.