Tomás Gómez

Suicidio político made in Spain

En España, partidos e instituciones parecen empeñados en dispararse a los pies, dando un sólido contenido al concepto de suicidio político. El PSOE, en su estrategia de debilitar a Feijóo por la vía de Vox, ha logrado convertir en líder a Macarena Olona.

Intentar descabalgarla de la candidatura andaluza con el detalle de su empadronamiento es absurdo y muy poco inteligente. Un hito más de la brillante campaña electoral que está haciendo el Partido Socialista.

Olona no es la preferida de la formación ultra. Si dependiese del todopoderoso matrimonio Espinosa de los Monteros-Monasterio, ni siquiera hubiese sido candidata, pero los socialistas han logrado que haya tenido más minutos de televisión y páginas en los periódicos que el propio Abascal. Dudoso saldo para la izquierda.

El famoso “efecto Feijóo” se diluye sin que haya necesidad de ayudarle. Entre el cenagal de las nacionalidades y la suma a capón del discurso radical de Ayuso con el moderado del gallego, no se sabe exactamente en dónde están realmente los populares.

ERC da por amortizado al gobierno en base a la tendencia que observan y, tácticamente, puede que sea lo que más les interese, pero si no construyen un relato explicativo sólido, terminarán por hacer enloquecer a sus seguidores.

Lo de Podemos y Díaz tiene pinta de acabar como una tragedia griega, mientras se desvanecen sus opciones electorales. Iglesias no soporta estar fuera de la sala de máquinas y Díaz intenta aprovechar la oportunidad que le brinda su candidatura para volar en solitario, pero con el apoyo de la izquierda al PSOE, incluso los morados.

Hasta la Casa Real parece haberse contagiado del virus del suicidio. Llevado por la lógica mediática, el monarca ha arrojado por el balcón a su padre con la intención de que se lleve consigo el desgaste de la institución, lo de cruzado contra la corrupción es parte del boato, aunque ajeno a la realidad.

El cordón sanitario al Rey emérito es un reconocimiento tácito de todo lo que se le imputa. El saldo final ha sido dividir a los monárquicos y llenar el tanque de combustible de los que quieren instaurar una república.

En medio de todas estas tácticas de autolesión, la extrema derecha sale ganando. No tienen que hacer mucho, solo dejar que los demás sigan llenándoles la saca. Están en racha y, como les salgan bien las andaluzas, empezaremos a saber de verdad lo que son los ultras.