Congreso de los Diputados

Pedro Navaja

Lo increíble de esta última sesión en el Congreso es que de nuevo Sánchez sale indemne del trance de Pegasus sin grandes sorpresas y «con el tumbao que tienen los guapos al caminar»

Ahora resulta que el CNI y el juez del Tribunal Supremo que lo controla fueron, según Pedro Sánchez, los únicos responsables de los espionajes realizados con el programa Pegasus. El poder ejecutivo se lava las manos. El Gobierno ni sabe ni conoce las decisiones operativas de los servicios de inteligencia. ¿Que tú me preguntas por Pegasus? Yo te respondo con la historia completa de corrupción del principal partido de la oposición, para variar, y anuncio –de paso– una reforma del control del CNI y una nueva ley de secretos oficiales, intentando con ello contentar a mis socios de legislatura. ¿Los detalles de ambas medidas? Ya veremos para cuándo. En resumen: no asumo mis culpas y cedo una vez más ante esos que nos mantienen en el poder, aunque pretendan romper este modelo de país.

Lo increíble de esta última sesión en el Congreso es que de nuevo Sánchez sale indemne del trance de Pegasus sin grandes sorpresas y «con el tumbao que tienen los guapos al caminar», como apuntó la diputada Ana Oramas, ante las risas de sus colegas. Este Pedro Navaja va sobrado de arte para manejarse en la selva política del Hemiciclo, a pesar de que nadie –a izquierda y a derecha– haya salido satisfecho de sus explicaciones. Ni siquiera el PNV, que ha visto cómo dos de sus proposiciones legislativas encontraban eco en las medidas anunciadas. El manual de Resistencia de nuestro presidente del Gobierno contempla esa posibilidad de la falta de confianza de sus socios, que va in crescendo. Ante sus quejas permanentes, la idea es regalarles espacios y victorias: la destitución de Paz Esteban, un mayor control del CNI, apoyar a ERC y Bildu para despenalizar las injurias a la Corona, o para esquivar en Cataluña la ley del 25% en castellano. ¡Lo que haga falta! El problema, como recuerda la canción de Rubén Blades, es que a veces «la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida». Llegará un momento en el que ya no querrán tu mano, querrán todo tu brazo.

A vista de pájaro hay que seguir a nuestros políticos, siempre desde la distancia. Perdóname el escepticismo crónico y la imposibilidad ese empatizar con aquellos que se mueven en escenarios puramente estratégicos. En teoría, al gobernante debería moverle el bien común. En la práctica, ya sabemos que, para mantenerse, hacen también encajes de bolillos inexplicables, inexcusables.

De todos modos, si tengo que elegir un país, me quedo mil veces donde estoy. Cuando suceden tragedias como la de la escuela de Texas, una agradece infinitamente haber nacido al otro lado del charco y no en lugares donde puedes hacerte con un arma en el supermercado, donde comprar un rifle AR-15 sale más barato que hacerse con un IPhone, donde tus hijos hacen regularmente simulacros de atentados en clase. Más vale lo malo conocido.