Medio Ambiente

La guerra del neón

La invasión de Ucrania está afectando tanto al suministro de paladio y neón como de uranio, este último esencial para las centrales nucleares

Además de la guerra militar, ya se habla de la guerra del pan y de la guerra del neón. Consecuencia no querida de las sanciones a Rusia es la subida del precio de los combustibles y la energía, pero también del grano para producir pan, los fertilizantes, el girasol y otros productos esenciales. En el ámbito tecnológico, los problemas vienen de la mano del neón, el paladio y el uranio, este último esencial para las centrales nucleares. Parece como si se tratara de una pieza más del puzzle del desabastecimiento que alimenta a la inflación.

Dos de las firmas productoras de neón más importantes del mundo están en Ucrania, y han paralizado su actividad, lo que podría complicar aún más la escasez de chips que hay desde que comenzara la pandemia. En concreto, la sociedad Ingas, radicada en Mariupol, y Cryoin, en Odessa, han tenido que suspender sus operaciones por tiempo indeterminado como consecuencia del conflicto. Ambas son proveedoras de la mitad del gas que se precisa para fabricar semiconductores.

¿Por qué es importante el neón? Por ser clave en los chips, ya que se usa en el proceso de manufactura de los equipamientos con láseres. Es un gas fundamental en las máquinas litográficas que graban los patrones de los semiconductores. Ucrania representa el 70% de las exportaciones de este gas purificado, con Ingas y Cryoin como las principales productoras. Esta última cerró sus puertas cuando comenzó la invasión. Ingas, en Mariupol, se ha visto igualmente afectada por el asedio a esta ciudad controlada por Putin.

Las principales receptoras de sus envíos de neón son firmas de Taiwán, China, Corea del Sur, Alemania y Estados Unidos, entre ellas Intel, Sansung, Taiwan Semiconductors, etc, que dicen tener aún reservas, pero que van escaseando a medida que transcurren las semanas y no se repone el suministro.

La guerra también afecta al paladio, metal raro cuyo precio se ha disparado con el conflicto, debido a que Rusia es el mayor productor del mundo, y no puede exportarlo por las sanciones. El paladio es fundamental en la industria de los semiconductores, al usarse como contacto metálico que ayuda a interconectar las distintas capas de los microchips.

Moody’s Analytics alerta que la escasez de paladio y neón puede afectar gravemente al sector: “Debido a que Rusia suministra más del 40% del abastecimiento mundial de paladio y Ucrania produce el 70% del suministro mundial de neón, podemos esperar que la escasez de chips empeore si persiste el conflicto”.

Uno de los sectores más afectados por la escasez de microchips ha sido la automoción, motivo por el que la oferta de vehículos se resiente con retrasos en la entrega de coches y precios al alza.

Otro mineral fundamental afectado por la guerra es el uranio. Rusia es el segundo mayor proveedor de uranio para las centrales nucleares europeas (en forma de uranio enriquecido y combustible). En concreto, las finlandesas consumen uranio cien por cien ruso, pero también otras en el resto de la Unión.