Pedro Sánchez
Canela fina | Argelia abofetea a Sánchez
«Sánchez hace una política internacional genuflexa con resultados de catástrofe porque no negocia previamente sus consecuencias»
La política internacional es una larga paciencia, un largo, largo saber negociar. Pedro Sánchez amparó la presencia del líder polisario Brahim Gali, escondiendo la jugarreta al conocimiento marroquí. El monarca del país vecino montó en cólera, retiró a su embajadora y desencadenó el tsunami inmigratorio que asoló Ceuta. El presidente del Gobierno español, sin negociar con nadie, resolvió la crisis por él creada hincándose de hinojos ante Mohamed VI. De paso, se mofó de sus aliados parlamentarios y de toda la oposición de centroderecha. Apoyado en un estúpido voluntarismo, garantizó a todos, incluso en sede parlamentaria, que la normalidad en la relación con Argelia era un hecho. Abdelmadjid Tebboune, presidente de la vidriosa nación mediterránea, le ha cruzado la cara a Pedro Sánchez, consciente de la debilidad de un político menor que subsiste en alianza con el partido comunista y con el aval parlamentario de secesionistas y bilduetarras, cuyo objetivo declarado es la liquidación del orden constitucional y el descuartizamiento de la nación en cuya proa se tambalea Pedro Sánchez.
Analistas sagaces consideran que el voluntarismo del líder socialista en el complejo asunto del Sahara se debe al chantaje al que ha sido sometido tras el espionaje a su teléfono móvil. Otros analistas no menos sagaces desechan esta explicación y consideran que Pedro Sánchez, al darse cuenta de que tiene las elecciones generales ampliamente perdidas, aspira a presidir el Consejo de Europa y por eso se ha alineado dócilmente con las posiciones saharianas de Francia y Alemania.
Las mentiras y los engaños con que Pedro Sánchez ha toreado a la opinión pública española, de nada le sirven internacionalmente. Por eso el presidente del Gobierno español permanece genuflexo ante el rebenque exterior. El latigazo que Argelia acaba de propinarle ha levantado las orejas de la Unión Europea, preocupada por las consecuencias que a todos los europeos afectan. Es tan tórpida y elemental la política internacional del socialismo de Sánchez que el estupor ha inundado las cancillerías europeas, atónitas ante las piruetas sanchistas instrumentadas sin la red de las obligadas negociaciones, públicas o enmascaradas, que los países serios exigen.
Luis María Anson, de la Real Academia Española.
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